Me cuesta encontrar un ejemplo en mis casi cuatro décadas de periodista de un dirigente político autonómico que haya sido tan cuestionado, social y políticamente, como lo es ahora Carlos Mazón. Incomparable siquiera al caso de Francisco Camps, que tuvo que afrontar también una dura contestación y dura crítica tras el accidente de metro de julio de 2006 y posteriormente por el estallido del caso Gürtel y el juicio de los trajes. Pero contra el actual president valenciano existe casi un amplio consenso, que incluye incluso a medios de comunicación progresistas y conservadores, de que su situación es, como se subraya, “insostenible”. Con el añadido de que incluso entre sus militantes y votantes se ha extendido el deseo de que no sea él quien lidere el PP valenciano, y menos aún que pueda optar a la reelección en 2027, si nos atenemos a las encuestas divulgadas por diferentes empresas.
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