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viernes, septiembre 5, 2025

Vallcorba vs. Evo Morales

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Por lo general sentimos una inevitable simpatía por quien comete sinceridicio ante la opinión pública. Nos cuesta mucho en el caso del viceministro Vallcorba. No por temas profesionales, que no podemos evaluar, ni humanos, ya que nunca lo tratamos personalmente. Pero, sí recordamos el tono que aplicó al debate de la bancarización forzosa, que ostentaba ese perfil suficiente, despectivo… Típico de cierta izquierda académica, que gusta tratar a la sociedad como a menores de edad.

Dicho esto, el lapsus de sinceridad de Vallcorba en un comité de base ha sido el tema de la semana, ya que admitió que el programa del FA, es “imposible de pagar”. Desde el jueves que Vallcorba viene recibiendo palos de propios y ajenos, y no nos vamos a plegar a esa corriente facilonga. Aunque es insólito que algunos elogien la “honestidad” del jerarca. ¡Honestidad era decir esto en campaña!

Pero, hay dos elementos en la declaración de Vallcorba que son de mucho interés. El primero es cuando dice que el programa era fantasía “no porque la situación hoy sea peor de la que nos imaginábamos. Con los datos que teníamos al momento del congreso, no había chance”. Esto es clave, porque a las horas, su jefe, el ministro Oddone, justificó la falta de plata para hacer más cosas en que le habían dejado un “pufo” escondido. O sea, Oddone o Vallcorba mienten. De nuevo.

El segundo es más conceptual. Vallcorba cuestionó la idea que manejan algunos dirigentes del FA de que “la plata de algún lado tiene que salir”. “Esa lógica es lo que ha inspirado las peores experiencias de izquierda en América Latina, con los peores resultados”. Si alguien quiere comprender mejor lo que dice el jerarca uruguayo, puede mirar a Bolivia.

En Bolivia acabamos de presenciar la implosión de un modelo que supo ser considerado por muchos dirigentes del FA como el gran ejemplo de lo que debería ser la izquierda regional. “La Bolivia de la última década y media se había transformado en ejemplo para el mundo: por sus avances democráticos, sociales, y por ser el ejemplo más vivo de puesta en marcha de un proceso de descolonización y despatriarcalización”. Eso decía hace unos años la senadora Constanza Moreira.

Después nos enteramos que Evo Morales tenía debilidad por chicas en edades cuestionables, que manejaba un liderazgo tóxico, y que cuando la ley y su gente no aceptaba ungirlo como emperador eterno, apeló a la violencia, como cualquier caudillo latinoamericano del siglo XX o XIX.

Ahí, y nobleza obliga darle la razón a un jerarca de muy bajo perfil de este gobierno, Mujica tuvo un perfil diferente y mucho más constructivo que la mayoría de líderes de izquierda de su era.

Pero, más allá de su actuación personal, es interesante analizar qué dejó el período de 20 años de gobierno del Movimiento al Socialismo en Bolivia. Sobre todo, porque fue un gobierno que no tuvo ni pesos ni contrapesos, ni institucionales ni humanos. O sea, Evo y su gente hicieron en Bolivia todo lo que suele soñar hacer un dirigente de izquierda. Nacionalizaron los recursos naturales, convirtieron al estado en el principal jugador de la economía, fajaron con impuestos al 1% de millonarios, controlaron incluso militarmente, la producción y distribución de productos básicos, y los medios de prensa. En resumen, aplicaron durante 20 años el manual que pondría a babear a los senadores Andrade y González.

La consecuencia, no por esperada por cualquiera que sepa algo de historia, deja de ser impactante. Un país literalmente destrozado: inflación disparada, dólar volando, carencia de alimentos básicos en las tiendas, colas eternas para poner combustible… A tal punto ha sido el desastre, que Bolivia ya ni gas tiene para exportar. Sí, el producto cuya nacionalización generó la revuelta que puso a Morales en el poder. ¿Quién hubiera dicho que mandar al ejército a tomar los pozos de gas iba a llevar a que nadie invirtiera un peso más allí?

Y, como siempre, los que más sufren, son los más pobres. Como con el ajuste de Milei, ¿vio? Porque los ricos, o se fueron de Bolivia, o viven en mansiones custodiadas, y compran en tiendas que sólo venden en dólares. Como en Cuba, como en Venezuela, como estuvo muy cerca Argentina.

Como siempre, los que idolatran estos modelos dirán que es culpa del imperialismo, de los ricos, del bloqueo… (¿Hubo bloqueo en Bolivia?) O dirán que son los capitalistas que ahora vienen por el litio. Siempre hay algo.

Pero, lo insólito es que personas formadas e inteligentes como Vallcorba salgan a juntar votos con gente que piensa así. Sabiendo, como lo dejó en claro en el comité de base, que es todo una mentira, que sólo lleva a miseria y destrucción. ¿No es más fácil ser honesto con la sociedad? ¿Con el soberano? Debería serlo. A menos que usted se crea tanto más que el ciudadano de a pie, que piense que no está preparado para manejar la verdad. Y que es mejor venderle espejitos de colores.

Redacción

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