Los vecinos de la avenida del Tibidabo no entienden que el Tramvia Blau lleve siete años sin circular. Asumen que la seguridad pasa por delante, si es que esa fue la razón última que llevó a su cierre a finales de enero de 2018. Pero no comulgan con que un símbolo de Barcelona siga encerrado en las cocheras de la calle de Bosch i Alsina, junto a la Ronda de Dalt, tanto tiempo después. Hoy han citado a la prensa para compartir su duelo; un dolor, sostienen, que no es “una cosa de cuatro pijos de la zona alta”. “Es un emblema de la ciudad; es de todos”.
La Asociación de Vecinos de la avenida del Tibidabo nació hace poco más de un año con la idea, rezan sus miembros, de “conservar y proteger” el patrimonio de esta arteria. Su activo presidente, Alexander-Phillip Scheffler, ha explicado, sin embargo, que se les ha terminado la paciencia con el asunto del menudo ferrocarril inaugurado en 1901. “Queremos ayudar a cumplir el deseo de toda Barcelona para que vuelva un medio de transporte único, diferencial, romántico y sostenible; esta no es cualquier calle de Barcelona”, ha resumido.

Las vías sin vida de la avenida del Tibidabo
Mané Espinosa
El pasado febrero mandaron una carta a la presidenta de TMB, Laia Bonet (también es la teniente de alcalde de Urbanismo) y a la concejala de Sarrià-Sant Gervasi, Maria Eugènia Gay. En la misiva les recordaban que la comisión de Movilidad de julio de 2024 aprobó por unanimidad una proposición presentada por el PP en la que se instaba al gobierno municipal a “recuperar el Tramvia Blau en plenas condiciones de seguridad”. El texto también apremiaba a “consensuar el proyecto con los vecinos”. Seis meses después, y sin recibir noticias del Ayuntamiento, reclamaron una reunión para discutir el asunto. Siguen, sostienen, sin recibir respuesta.
Las formas, desde que se fue Colau, han mejorado mucho. Pero los hechos demuestran que solo hay trabas”
Alexander SchefflerPresidente de la AAVV de la avenida del Tibidabo
Scheffler es consciente de que aquel acuerdo del consistorio no es vinculante, es decir, no obliga al gabinete que dirige Jaume Collboni a cumplir lo pactado. Pero lo sucedido en este mandato, y lo que es más importante para ellos, con el nuevo alcalde, esperaban algo más de atención. “Las formas, desde que se fue Ada Colau, han cambiado y han mejorado mucho. Pero los hechos demuestran que solo hay trabas. ¡Son patrañas!”, ha exclamado este barcelonés de origen alemán.

Las cocheras de Bosch i Alsina donde reposan los tranvías
Mané Espinosa
Los vecinos no comparten que el retorno del Tramvia Blau vaya asociado a la reforma de la avenida del Tibidabo, tal y como está previsto. El proyecto ejecutivo, encargado por TMB, está en manos del Ayuntamiento desde hace algunos meses, y la idea es incluir en la arteria un carril bici de subida y que la parada del menudo ferrocarril no esté junto al edificio de la Rotonda, sino delante del parque de la Tamarita. También se cambiará la catenaria y las vías, amén de la iluminación y el mobiliario, elementos, estos últimos, que los residentes sí consideran urgente. No así el vial ciclista, que consideran una “imposición ideológica”.
La queja de proximidad
La reforma de la avenida incluye un
carril bici que la asociación vecinal considera una “imposición ideológica”
Reclaman una reforma low cost que se centre en recuperar el tranvía “y que no sea un Balmes 2.0 (calle en plena reforma)”, ha vindicado Scheffler. Por eso blanden un presupuesto que achacan a Transportes Metropolitanos de Barcelona y que reza que por algo más de un millón de euros se podría devolver a la vida el Tramvia Blau sin tener que tocar la avenida. “Queremos sentido común, no despilfarros”, defiende la asociación vecinal.
Pero por encima de todo, exigen el regreso de un elemento que es mucho más que un transporte que une las plazas de Kennedy y Doctor Andreu. Lo ha definido bien el tesorero de la entidad, Jordi Castellà: “Ya tenemos toda una generación de barceloneses que ni ha subido ni sabe qué es el Tramvia Blau”.