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domingo, octubre 26, 2025

Vedia: el drama de Agustín, torturado y amenazado por sus dos jefes en una estancia

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Era un día más de trabajo en una estancia de la localidad bonaerense de Vedia. Y, como solía pasar ya cuando caía la noche, Agustín F. se sentó junto a sus dos empleadores en una casilla a tomar mate. Pero repentinamente todo cambió para siempre, y el temor y el dolor se apoderó de la vida de este peón de campo de 20 años.

Según la denuncia a la que accedió Infobae, medio que al igual que Distrito Interior tiempo atrás se hizo eco, los dos jefes de Agustín lo golpearon, lo mordieron, le apuntaron con un arma, lo amenazaron con que lo iban a hacer desaparecer en un tanque de cal viva y le dijeron que lo mataban si hablaba o los denunciaba. Incluso le tomaron una foto para mostrarles a sus otros empleados.

Lo peor de todo es que después de la feroz paliza, lo subieron a su vehículo y pusieron toallas en el asiento de atrás para que no les manchara el tapizado con la sangre. Incluso, antes de dejarlo en su casa de Junín, le dieron dos pastillas de “diclofenac” y le aconsejaron que se dé una ducha con agua caliente.

“Quedó psicológicamente destruido”, le contaron a este medio sus abogados Anabella Sandoval y Matías Almeyra, quienes representan a Agustín en la causa que instruye la ayudantía fiscal de Vedia por privación ilegal de la libertad, lesiones y coacción agravada. Ellos pretenden que el caso se tome como intento de homicidio contra los hermanos sindicados.

Se hicieron allanamientos, se les secuestraron los teléfonos, jeringas y precintos y se pidió la detención de los acusados, pero la Justicia de Garantías no la dio. Sí otorgó una prohibición de acercamiento hasta tanto se encuadre el caso. Los acusados aún no fueron indagados.

Se hicieron allanamientos, se les secuestraron los teléfonos, jeringas y precintos y se pidió la detención de los acusados, pero la Justicia de Garantías no la dio. Sí otorgó una prohibición de acercamiento hasta tanto se encuadre el caso. Los acusados aún no fueron indagados.

Todo sucedió el 30 de septiembre pasado, alrededor de las 19.30, en una estancia situada sobre la Ruta Nacional N°7, en dirección a J. B. Alberdi. El trasfondo del caso fue un ganado que le dio a Agustín uno de los acusados como parte de pago por las horas extras, pero que no reconoció ante su hermano, sino que dijo que el chico lo había llevado. “Se roban entre ellos y lo culparon a él”, acotó la abogada Sandoval.

Ese día, Agustín desempeñaba su trabajo con total normalidad junto a sus empleadores S.A. y D.A.. “Se disponían a tomar mate en el interior de una casilla del predio, cuando, sin mediar provocación ni discusión previa, comenzaron a agredirlo físicamente con golpes y patadas en distintas partes del cuerpo, logrando derribarlo”, consta en la denuncia que pese a las amenazas la víctima presentó.

Pero no quedó todo ahí. Los agresores lo sacaron de la casilla, uno de ellos se montó sobre su espalda para inmovilizarlo con las rodillas. Le ataron las manos y los pies con precintos plásticos y el otro le mordió violentamente la oreja derecha: en las imágenes se ve que le arrancó parte del tejido y le provocó una mutilación parcial y un sangrado abundante, además del dolor.

Pero faltaría lo peor. “Continuaron golpeándolo con un fierro macizo, un elemento que usaban en el campo para atar animales. Le provocaron severas lesiones en sus rodillas y en diversas partes del cuerpo”, explicaron los letrados.

Fue entonces cuando D.A. tomó una carabina de color negro, con cinta adhesiva en la culata y en el gatillo, y la apoyó sobre la cabeza de Agustín y le apuntó.

El otro agresor lo amenazó con matarlo y le exhibió una jeringa con un líquido gris: “Le dijo que eso le iba a detener el corazón”. Inmediatamente después, le dio una violenta patada en la zona del cuello y la tráquea. “Podrían haberlo matado con ese golpe”, resumieron los abogados de Agustín.

La pesadilla todavía no terminaba. S.A. “le dijo que lo iban a meter en una lata de 200 litros con cal viva, para hacerlo desaparecer, y que si su familia preguntaba dónde estaba, le iban a decir que viajó a Córdoba», describieron.

Después de casi una hora y media de tortura y amenazas, decidieron darle fin a la paliza y llevarlo a su casa de la ciudad de Junín. Lo subieron a la parte de atrás de una camioneta de color azul, aunque antes pusieron toallas para que no manchara el tapizado con sangre.

Y le advirtieron: “No se te ocurra decir nada en el hospital ni en la comisaría, porque te vamos a matar a vos y a tu familia”.

Cuando llegaron a la casa de Agustín, S.A. “le suministró pastillas ‘Diclofenac’ y le aconsejo que se dé una ducha con agua caliente”, contaron los abogados la siniestra reacción de los dos agresores.

Agustín F. no hizo caso a las amenazas. Y denunció lo ocurrido, incluso en los últimos días se sintió perseguido y logró la restricción. El informe médico detalla: “Sufrió la fractura de las paredes del seno maxilar y compromiso de partes blandas de la cara, le quebraron el tabique nasal -con desplazamiento-. Por eso se indica reposo absoluto por 40 días”.

Redacción

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