Por Manuel Castro*
Entre Estados Unidos y Venezuela hay una escalada verbal que forma parte de «la guerra» entre Donald Trump y Nicolás Maduro. Esta pirotecnia verbal son balas con palabras que también incluyen a Colombia.
Venezuela es a América lo que Ucrania es a Europa: una frontera en la que se están discutiendo grandes intereses, porque nadie duda de que Trump también va por el petróleo, no solo contra el narcotráfico.
Hasta en el Congreso de Estados Unidos le dicen a Trump que lo que está haciendo al bombardear lanchas es incorrecto porque no tienen pruebas de que sean de narcotraficantes como él dice; además, atacar el narcotráfico es algo mucho más complejo que atacar proveedores en lanchas. El poderío económico de los cárteles de droga es muy grande: pueden estar en Venezuela, pero también están en Colombia y en México.
Hegemonía
Trump está tratando de recuperar para su país una hegemonía que fue perdiendo desde la caída del Muro de Berlín. Es que Occidente se había dormido en los laureles, como dijo Vladimir Putin, y Trump quiere recuperarlo a las malas, como un vaquero.
A fin de cuentas, uno puede estar cerca o lejos de Maduro o Trump, pero un desembarco en otro país es declararle la guerra, lo que va contra el Derecho Internacional aunque esté ahí gobernando el mismísimo Demonio. Y los países hispanoamericanos siempre han sido el patio trasero de Estados Unidos.
En estas cuestiones no hay buenos o malos y no son diferencias por ideologías, sino por intereses. Porque, en la realidad, la dirigencia no es Trump, los elegidos no mandan. El poder real está, por ejemplo, en los fabricantes de armamento. Y estamos en una época de acomodamiento para saber quién será, próximamente, la verdadera potencia.
*Analista internacional



