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martes, septiembre 9, 2025

Versus / La Albirroja alcanzaba el Top 10 mundial

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La selección paraguaya logró clasificar de nuevo a un Mundial (Norteamérica 2026) luego de 16 largos años, que incluyeron tres intentos fallidos. Aquí están los detalles, desde las eliminatorias y hasta la cita ecuménica de Sudáfrica 2010, de lo que fue la última participación de la Albirroja.

El octavo lugar conseguido en el Mundial de Sudáfrica 2010, depositó a la Albirroja en el Top 10 del orbe ecuménico, como nunca ocurrió en su historia.

El equipo comandado por el “Tata” Gerardo Martino estuvo cerca de ganarle a España (a la postre campeón), lo que lo hubiera clasificado a las semifinales del Mundial africano.

La nominación de Martino para entrenador de la selección paraguaya, en febrero del 2007, era el “as que tenía en la manga”, Horacio Cartes, el entonces director de selecciones, en el proceso que desembocó en el acceso a Sudáfrica 2010. El entrenador argentino se había estrenado en nuestro fútbol justamente en el Libertad campeón del 2002, cuando Cartes era el presidente del Gumarelo y a criterio del directivo era el hombre ideal para encabezar la ruta rumbo al Mundial.

Fue una gran acertada, porque el “Tata” era un gran conocedor del fútbol paraguayo, en el que también llegó a la gloria con Cerro Porteño, en la temporada del 2004.

El proceso del “Tata” empezó con algunas derrotas en los amistosos previos a la Copa América de Venezuela, que iba a significar el primer torneo oficial en el proceso. En la competencia “Petrolera” la selección consiguió dos triunfos iniciales sensacionales, ante Colombia, goleada por 5-0 y ante EE.UU victoria holgada de 3-1. Luego vino la derrota ante Argentina (1-0), que dejó a La Albirroja en el segundo lugar del grupo C. En los cuartos de final, la goleada en contra de 6-0, ante México, que eliminó a nuestra selección, no opacó la buena imagen dejada en los partidos previos del torneo venezolano.

Las eliminatorias de Sudamérica estaban a la vuelta de la esquina y había cierto optimismo en la afición deportiva, por lo que podía producir nuestro combinado. El buen momento de la Albirroja se confirmó con la estupenda actuación ante Perú, que no terminó en triunfo por la falsa actuación del árbitro brasileño, Carlos Simón que anuló injustamente un gol a Jorge Achucarro, en el debut en la ruta rumbo a la cita ecuménica africana. De todas maneras el 0-0 ante los peruanos, de visitante, era un buen resultado para las pretensiones clasificatorias.

El estupendo rendimiento albirrojo siguió con cuatro éxitos al hilo, incluido el 2-0, ante Brasil, en el Defensores del Chaco. Además en esa etapa, Paraguay derrotó de local, 1-0 a Uruguay y 5-1 a Ecuador. Igualmente tuvo mucha repercusión el casi increíble, 3-0, para la Albirroja, de visitante ante Chile.

Después del triunfo ante los brasileños, el combinado paraguayo cayó ante Bolivia, 4-2, en la altura de La Paz y luego hiló otros cuatro cotejos invictos (tres victorias y una igualdad) que lo dejaron cerca de Sudáfrica.

Así se llegó al día soñado, que debía ser el de la clasificación. El rival era nada menos que Argentina, con Diego Armando Maradona incluido, en la función de director técnico. La victoria, 1-0, ante el conjunto albiceleste, el miércoles 9 de setiembre del 2009, con gol de Nelson Haedo Valdez selló el pasaporte de la Albirroja a Sudáfrica.

La selección disputó a fines de ese año tres partidos de preparación (derrotas de 2-1, ante Chile y 2-0, ante Qatar y empate, 0-0, frente a Holanda. El 25 de enero de 2010, la selección pasó por un duro trance, al sufrir Salvador Cabañas, en su mejor momento deportivo, un atentado en México cuando fue víctima de un tiro en la cabeza, que puso fin a su participación en el combinado nacional. Cabañas de milagro salvó su vida y el fútbol para el pasó a segundo plano.

Previo al Mundial y para ir conformando el plantel definitivo el combinado nacional realizó otros cinco compromisos de práctica (un triunfo, dos empates y un par de derrotas) y para fines de mayo el plantel tenía una solo duda, que consistía la lesión en la rodilla derecha de Édgar Barreto. Al final el mediocampista del Atalanta de Italia se recuperó y Sergio Aquino que estaba expectante a sustituirlo en la lista final, tuvo que regresar a Paraguay.

Con 19 jugadores repatriados, del plantel de 23, venidos de los distintos clubes de Europa, Sudamérica y Centroamérica, la selección paraguaya se aprestaba a intervenir de lo que sería su pico más elevado en citas mundialistas.

Antes del partido inaugural frente a Italia, Paraguaya realizó un último amistoso ante Grecia, con triunfo albirrojo, por 2-0, que acrecentaban las ilusiones de realizar un gran Mundial.

Paraguay terminó líder del Grupo F, tras empatar ante Italia, 1-1, ganar a Eslovaquia, 2-0 y empatar sin abrir el marcador frente a Nueva Zelanda. Quedó fuera de la competencia nada menos que Italia, el campeón del Mundial anterior, en el 2006, jugado en Alemania.

En los octavos de final Paraguay superó a Japón, en la tanda de los penales, por 5-4, luego de empatar, 0-0 y por primera vez en los mundiales, la Albirroja llegaba a una fase de cuartos de final, en la que le esperaba España, el futuro campeón. En el partido ante los asíaticos Óscar “Tacuara” Cardozo alcanzó la idolatría al marcar el quinto y último penal, que le dio el triunfo a Paraguay.

Pero el fútbol tiene cosas difíciles de entender y en cuestión de días “Tacuara” pasó de héroe a villano. El pecado del delantero fue que ante los españoles desperdició un penal, cuando el marcador estaba aun 0 a 0. Luego del penal fallado el arquero Justo Villar se vistió de héroe, al detener otro tiro desde los 11 metros, esta vez a Xabi Alonso, para poner suspenso y emoción al encuentro.

Cuando el partido parecía que iba rumbo al empate, apareció David Villa, poniendo el 1-0 definitivo sobre los 37 minutos de la complementaria y así se acabó la aventura paraguaya en Sudáfrica 2010, alcanzando el octavo lugar, por primera vez en los mundiales.

EL PLANTEL QUE FUE A SUDÁFRICA

Arqueros (3): Justo Wilmar Villar (Valladolid, España), Aldo Bobadilla (Independiente Medellín, Colombia) y Diego Barreto (Cerro Porteño).

Defensores (8): Denis Caniza (León, México), Paulo da Silva (Sunderland, Inglaterra), Carlos Bonet (Olimpia), Julio César Cáceres (Atlético Mineiro, Brasil), Claudio Morel Rodríguez (Boca Juniors, Argentina), Aureliano Torres (San Lorenzo, Argentina), Antolín Alcaraz (Brújas, Belgica) y Darío Verón (Pumas, México).

Volantes (6): Cristian Riveros (Cruz Azul, México), Édgar Barreto (Atalanta, Italia), Enrique Vera (Atlas, México), Víctor Cáceres (Libertad), Jonathan Santana (Wolfsburgo, Alemania) y Néstor Ortigoza (Argentinos Juniors, Argentina).

Delanteros (6): Roque Santa Cruz (Manchester City, Inglaterra), Nelson Haedo Valdez (Borussia Dortmund, Alemania), Óscar Cardozo (Benfica, Portugal), Édgar Benítez (Pachuca, México) Rodolfo Gamarra (Libertad) y Lucas Barrios (Borussia Dortmund, Alemania).

Datos: L. Irala.

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Desde que arrancaron las eliminatorias mundialistas en Sudamérica (1954), el combinado paraguayo alcanzó siete clasificaciones.

Aclarando que las dos primeras participaciones de la Albirroja en un Mundial fueron por invitación (Uruguay 1930 y Brasil 1950), esta es la historia, anécdotas y curiosidades incluidas, de los partidos definitorios que le dieron a la Albirroja el pase a la máxima competencia futbolística.

Al país vikingo, con gran polémica previa

Antes del triunfo frente a Uruguay, por 5-0, aquel domingo, 14 de julio de 1957, en el entonces estadio de Sajonia, que le dio a Paraguay el pase a la cita ecuménica de Suecia 1958, se desató una gran polémica por el premio que debían de recibir si ganaban a los charrúas.

El incidente desembocó, en la mañana del encuentro, en la renuncia a la selección del arquero titular Honorio Casco, que se había alistado en los dos primeros partidos frente a Colombia, que concluyeron con victorias (3-2, en Bogotá y 3-0 en Asunción). Tuvo que suplirlo de apuro, Rubén Noceda, el golero de alternativa, con todo el peso de la responsabilidad.

Pero al cuadro dirigido por el “Gran capitán” Aurelio González, poco le importó esa valiosa resta y a la tarde entraron en el viejo estadio de Sajonia con el “cuchillo entre los dientes”, conscientes de que el éxito les llevaría al Mundial vikingo. Fue goleada de 5 a 0, con tres goles de Florencio Amarilla y uno de Juan Bautista Agüero y Ángel Jara Saguier y la clasificación estaba sellada.

Tras 28 años de espera

Luego de estar ausente en seis mundiales, por fin, 28 años después, pudo la Albirroja romper el “Hechizo” y volver en México 86, al torneo de fútbol más importante del Mundo. En aquella eliminatoria de 1985, la Albirroja terminó en segundo lugar en el grupo 3, por detrás de Brasil, con derecho a participar de los partidos de repechaje.

En primer término dejamos atrás a Colombia y aparecía Chile en el horizonte albirrojo para disputar la final por el boleto a la cita mexicana. En la ida, en Asunción ganamos 3-0 y en la revancha, en el partido decisivo jugado el 17 de noviembre del 85, Paraguay alcanzó el empate consagratorio, 2-2.

Los goles albirrojos fueron obra del lateral izquierdo , Wladimiro Schettina y el ídolo Julio César Romero. Roberto Fernández, padre de Junior, salvó al equipo de la derrota, al detener un tiro penal ejecutado por el “Mortero” Jorge Aravena y el pase estaba asegurado. “El Gato” volvería a repetir la hazaña en el Mundial “charro”, al desviar un penal a Hugo Sánchez, el goleador histórico de los mexicanos.

La etapa más dulce de La Albirroja

Luego del Mundial de EE.UU 1994, la FIFA eliminó los grupos en la clasificación sudamericana, cambiando por el sistema de todos contra todos, a pedido de la Conmebol. Además el mayor ente del fútbol mundial decidió que los triunfos valdrían 3 puntos, en vez de los 2 tradicionales, buscando mayor motivación por la victoria en el balompié mundial.

El primer selectivo jugado con el nuevo sistema fue camino a Francia 98. Paraguay tuvo una buena campaña y al final quedó en segundo lugar, con 29 puntos, a una unidad del líder Argentina. El partido de la clasificación que fue el 12 de octubre de 1997, en el triunfo ante Venezuela, 1-0, en el Defensores del Chaco, encierra una pintoresca anécdota.

En los días previos, la pregunta del millón era si el recién convocado, Félix Torres ingresaría o no al partido dependiendo de las alternativas del mismo. Se sabía que el fuerte de Torres era el juego aéreo y también se conocía que el técnico de la Albirroja, Paulo César Carpégiani, era “alérgico” a los centros sobre el área contraria y que priorizaba el “Jogo boníto” de toques, histórico de los brasileños.

Dos días antes del partido y en conferencia de prensa, el periodismo deportivo le trasladó al entrenador esa inquietud y el brasileño no tuvo mejor idea que responder, “ojalá no tenga que depender de los centros y del ingreso de Torres para ganar el partido”. La historia que siguió a aquella célebre frase todo el mundo lo sabe.

En el partido la selección no podía penetrar en la tupida defensa venezolana y sobre los 68 minutos Carpegiani no tuvo más remedio que hacer ingresar al “Tanque” Torres, quien un minuto después, vaya ironía del destino, marcaría el gol del triunfo, con golpe de cabeza y el boleto a la cita gala estaba abrochada.

Como “premio” echaron al DT Markarián

La clasificación al Mundial de Corea-Japón 2002, se consiguió casi sin contratiempos. El partido visagra fue el empate de 2 a 2, frente a Argentina, con goles de José Luis Chilavert de penal y Gustavo Morínigo, en la 16ª ronda, disputado en el Defensores del Chaco, el 7 de octubre de 2001.

El primer gol argentino lo convirtió el defensor Mauricio Pochettino, con la mano, que el árbitro peruano Carlos Hidalgo no lo vio. Antes de la derrota frente a Venezuela (3-1), por la 17ª fecha, la Albirroja ya estaba clasificada, por la combinación de resultados previos.

Lo increíble ocurrió al termino del selectivo, con el despido del técnico Sergio Markarían, a quien lo reemplazaron por el italiano Cesare Maldini, que no sabía nada del fútbol paraguayo, en una increíble decisión de la APF de entonces.

Harrison pide tregua a los periodistas

En el sendero del camino que conducía a la cita ecuménica de Alemania, 2006, la selección paraguaya dirigida por el ya desaparecido técnico uruguayo Aníbal Ruiz, trasmitía más dudas que certezas a la afición paraguaya y todo el mundo esperaba el relevo del charrúa.

Hasta que se llegó a la fecha 16ª, donde la albirroja debía enfrentar, de local, a la poderosa selección de Argentina. La presión era casi insostenible para el presidente de la APF, Óscar Harrison, que decidió cortar por lo sano, llamando a una conferencia de prensa días antes de enfrentar a los argentinos, para pedir a los periodistas que dejen de criticar la labor del Maño.

“Dejenle trabajar tranquilo al técnico. Después si no le ganamos a Argentina, pueden decir lo que quieran”, se explayó el escribano a los trabajadores de la prensa. Lo que se interpretaba era que, si no derrotamos a los argentinos, el “Maño” tendrá que irse. Por fortuna la tarde del domingo 8 de octubre del 2005, la Albirroja venció 1-0, con gol de Roque Santa Cruz y la clasificación al Mundial Teutón quedaba servida, que se lograría una ronda después, con el triunfo sobre Venezuela, en Maracaibo, por 1 a 0, con tanto de Nelson Haedo Valdez.

Le ganamos a Maradona y compañía

La noche previa al histórico miércoles 9 de setiembre de 2009, día en que Paraguay le ganó, 1-0, a la Argentina, en el Defensores del Chaco y selló la clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010, había llegado el seleccionado albiceleste a nuestro país y fuimos testigo de cuando la delegación ingresaba al hotel de hospedaje, cerca del aeropuerto.

El grueso del plantel bajó del bus que los trasportó cubiertos con no más de 4 guardaespaldas y en último lugar descendió el entrenador del seleccionado argentino, Diego Armando Maradona, respaldado por 10 custodios, dando una contundente imagen de que el “10” era mucho más importante que todos los integrantes de la plantilla visitante de ese entonces.

Al día siguiente una magnífica jugada del inolvidable “Mariscal” Salvador Cabañas culminó con el gol del triunfo del “León Guaraní” Nelson Haedo Valdez, para abrochar la clasificación a la cita africana, competencia donde la Albirroja dirigida por Gerardo “Tata” Martino llegaría hasta los cuartos de final, como nunca antes había ocurrido en justas mundialistas.

El cazador de utopías tocó la varita mágica

Fue un poco de seducción y mucho de estrategia y de magia pura, no existe otra explicación para lo que hizo el estratega argentino, Gustavo Alfaro, que fue convencer al plantel albirrojo de su real valía y de que estaban todavía a tiempo de cambiar capacidad en vez de las malas actuaciones anteriores, que a la larga les daría como premio la clasificación al Mundial Norteamericano del 2026.

Alfaro había llegado a la Albirroja, en agosto del 2024, en un momento complicado para nuestra selección, que venía de cumplir su peor actuación de todos los tiempos en una Copa América, con el técnico Daniel Garnero al frente y ni que decir de la flaca gestión en el selectivo mundialista, donde había conseguido solo cinco puntos de los 18 en juego, en las seis rondas iniciales, primero con Guillermo Barros Schelotto, en las dos primeras fechas y luego con Garnero.

Desde el primer momento de la gestión de Alfaro los integrantes del mismo plantel que antes había sido vulnerable y vapuleado por las críticas, empezaron a creer en ellos mismos y con el transcurrir de las eliminatorias y apuntalado por los buenos resultados, se llegó al combo final, con la necesidad de lograr solo un punto, de los seis restantes en juego, para regresar a un Mundial luego de 16 largos años y tres intentos fallidos.

La noche del jueves 4 de setiembre del 2025 quedará grabada para siempre en cada paraguayo, pues ese día, el empate, 0-0 frente a Ecuador devolvió a la Albirroja a la élite del fútbol mundial, de la mano de Gustavo Alfaro, autor del libro “Cazador de utopías”, escrito luego de clasificar a Ecuador al Mundial de Qatar 2022.

Datos: L. Irala.

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De todos los mensajes que se expresaron luego de la clasificación de la Albirroja al Mundial de Norteamérica 2026, el que dejó Ángel Romero a través de sus redes sociales es el más impactante y quizá más emotivo de todos.

El futbolista del Corinthians hizo un repaso y análisis de lo que significa realmente ser paraguayo, haciendo una descripción tan detallada como acertada con todas sus palabras.

El mensaje arranca expresando que «ser paraguayo es mucho más que nacer en una tierra delimitada por fronteras: es heredar la fuerza de un pueblo que resistió guerras, dictaduras y silencios impuestos, pero que nunca perdió la capacidad de levantarse. Es crecer con raíces profundas, sostenidas en la resiliencia, en la memoria y en la fe de que siempre se puede volver a empezar».

«El paraguayo lleva consigo una hospitalidad que desarma: abre las puertas de su casa con un tereré fresco, una silla bajo la sombra y la sonrisa que dice “acá tenés un lugar”. Aunque haya poco, se comparte; aunque haya dolor, se ofrece ternura; aunque haya cicatrices de la historia, se entrega afecto sincero. Vivimos en democracia, sí, pero aún sentimos la huella de la dictadura en nuestra manera de callar, en los miedos heredados, en los recuerdos que se transmiten en voz baja. Y sin embargo, en ese mismo peso de la memoria, surge lo más admirable: la capacidad de ser cálidos, humildes y sencillos», continuó.

Y luego prosiguió con otra aseveración tajante antes de alcanzar la parte más emotiva: «El paraguayo no necesita lujos para sentirse libre. Su riqueza está en lo cotidiano: en la ronda de amigos, en la música que se canta con el corazón, en la tierra que se trabaja con esfuerzo y orgullo. La verdadera felicidad se encuentra en lo simple, en lo compartido, en lo humano».

«En definitiva, ser paraguayo es ser esperanza hecha persona: es mirar la vida con cicatrices, pero también con la certeza de que, mientras haya unión, dignidad ,trabajo y sacrificio, siempre habrá motivos para celebrar y soñar. Para un paraguayo la palabra “ rendirse” está prohibido, intentaron hacernos desaparecer en una guerra , y nos volvimos a poner de pie, mira si no nos volveríamos a poner de pie en el FÚTBOL. Paraguay estará en la próxima Copa del Mundo 2026. Gracias Dios por nacer paraguayo», finalizó.

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Redacción

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