«Volvimos a nuestras raíces», es la frase que más se repitió en los últimos meses para referirse a la resurrección de la Selección Paraguaya de la mano de Gustavo Alfaro y que se coronó con un triunfo histórico ante Perú, en Lima, justo días después de confirmar el boleto mundialista.
El entrenador argentino armó el equipo desde atrás para adelante, fortaleciendo especialmente la zona defensiva y la Albirroja logró cerrar las Eliminatorias Sudamericanas sin recibir un solo gol de cabeza. De hecho que el único tanto que recibió de pelota parada fue ante Argentina cuando Nicolás Otamendi anotó con un disparo con la pierna derecha a partir de un córner.
Luego Paraguay recibió un par de tantos de tiro penal y otros de contragolpe, pero ninguno fue de golpe de cabeza, por lo que podemos decir con autoridad que realmente el fútbol guaraní volvió a sus raíces; su gran fortaleza en el juego aéreo.
Paraguay no recibió goles de cabeza en todas las Eliminatorias Sudamericanas camino a Norteamérica 2026. El último tanto permitido de esta manera, contando todas las competencias oficiales, se lo convirtió Costa Rica en la última Copa América 2024. Ya pasaron 12 encuentros desde entonces.
Vale apuntar además que Paraguay es la segunda selección que menos goles que recibió en la competición junto a Argentina. Ambos solo encajaron 10 goles en 18 partidos, mientras que Ecuador es el equipo con la mejor defensa; recibió apenas 5 tantos.
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Las coincidencias a veces son perfectas y hermosas, como la que le pasó a la maltratada selección paraguaya con la nueva generación de jugadores, que le dio el brillo y la calidad que necesitaba para volver a una Copa del Mundo.
Futbolistas como Damián Bobadilla, Diego Gómez, Matías Galara, y Julio Enciso, fueron las piezas exactas que encajaron al rompecabezas de la selección paraguaya.
A partir de la inserción de estos jugadores, la Albirroja agregó a su repertorio el toque de calidad, frescura y talento necesario, para combinar con el empuje y coraje de los de la vieja guardia.
Bobadilla le dio criterio, dinamismo, juego colectivo y mucha versatilidad para adaptarse a varias funciones; Galarza apareció con ímpetu y una energía tremenda para inyectar rebeldía, buen traslado, perfectos relevos y además mucho acompañamiento ofensivo.
Gómez por su parte le ha aportado presencia y juego físico en el mediocampo, más el plus del buen remate, ya sea en pelotas paradas o jugadas en movimiento, y como ejemplo basta haber sellado el primer triunfo de la era Alfaro con aquella poesía ante Brasil.
Y obviamente el chico que más brillo le ha dado a Paraguay, es Julio Enciso, un distinto que posee casi todas las virtudes de un atacante de élite. La “Joya” le da velocidad, desequilibrio en espacio, corto, largo, gambeta, gran disparo y goles. Además, aprendió a hacer jugar al resto y de a poco también hace brillar al resto.
Y por ahora, se espera lo que pueda aportar Hugo Cuenca, un talento que todavía no descubrimos en la selección paraguaya.
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De la mano de Gustavo Alfaro, la Selección Paraguaya festejó su regreso oficial a un Mundial con un histórico triunfo ante Perú, en Lima, cerrando de esa manera su participación en las Eliminatorias Sudamericanas camino al Mundial Norteamérica 2026.
Con la misión cumplida y con la frente en alto, el plantel albirrojo completó una aventura que tuvo pasajes muy emotivos, logrando que todo un país vuelva a confiar.
«Si antes no existían los pisos, ahora no existe el techo. Entregaron el corazón y lo imposible se hizo posible. Soñamos con los ojos abiertos y lo convertimos en realidad. Nunca dejaron de creer y juntos, ¡Nos vamos al Mundial!», reza el emotivo texto que publicó la Albirroja junto a imágenes espectaculares del vestuario guaraní en el estadio Nacional de Lima luego de la victoria.