El 29 de junio caía sobre la Via Laietana un sol de justicia. Era domingo, y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, inauguraba la reforma de esta calle diseñada a principios del siglo XX para unir el floreciente Eixample con el puerto de Barcelona, cuya principal actividad se concentraba en la zona del Moll de la Fusta. Las obras empezaron en marzo del 2022 con la idea de dar más espacio a los peatones, menos calzada al tráfico motorizado y mayor peso a la movilidad sostenible (transporte público y bicicleta). Nobles objetivos a los que comerciantes y vecinos han empezado a verles las costuras, y también las virtudes, un mes después del corte de la cinta. Hay unanimidad en que el espacio para los viandantes es ahora mucho más generoso. Pero los que se mueven en coche o moto –además de taxistas y conductores de TMB– aseguran que se ha convertido en una calle muy incómoda y lenta (sobre todo a la altura de Antoni Maura), los ciclistas siguen sin comulgar con el statu quo, no hay plazas de carga y descarga (abunda la indisciplina) y se echa de menos sombra, sobre todo por debajo de Jaume I.
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Via Laietana volvió a la vida con aceras de cuatro metros de ancho y renovados espacios de asueto para la ciudadanía junto al monumento a Cambó y en los enganches con las calles Comtal y Julià Portet. El proyecto también ha lavado la cara urbanística de las plazas de Antoni Maura, Ramon Berenguer y del Àngel. Ha conseguido resucitar la calle Jonqueres, probablemente una de las más infectas en cuanto a contaminación, ahora convertida en un eje verde de bolsillo. Pero a pesar de las bondades, y sin orillar la habitual alergia al cambio de los barceloneses, muchos oriundos destilan una cierta sensación de que la transformación les ha alejado del resto de la ciudad. Como si Via Laietana hubiera dejado de ser el cordón umbilical que les unía al distrito del Eixample.

El carril bici de subida, convertido en un bidireccional porque los ciclistas no quieren bajar por el vial del bus
Gorka Urresola
Santi Pedragosa regenta una farmacia en Sant Pere Més Baix desde hace 40 años. A su modo de ver, el Ayuntamiento ha intentado “contentar a todo el mundo”. “No han priorizado y, como resultado, todo el que pasa por aquí parece estar enfadado”, sostiene. Celebra que con las nuevas aceras “ya no tengas que bajar a la calzada para avanzar a los turistas”, pero no ve en Via Laietana un cambio radical como el de Jonqueres.
Centra sus quejas en la plaza de Antoni Maura, que disponía de una falsa rotonda que facilitaba la circulación hacia ambos lados. Peatones, ciclistas y conductores tenían antes muy claro cuál era su espacio y cuál no lo era. Sin que ello signifique que la situación era ideal para todos ellos. Pero ahora, convertida la plaza en un cruce común, la marcha de unos y otros queda a merced de los semáforos, con largos tiempos de espera que marcan la salud de la arteria y de sus calles perpendiculares.
Los residentes piden que el V17 también pueda subir, y los conductores se quejan de una vía “incómoda y mucho más lenta”
De bajada, con opción de seguir recto o girar a ambos lados, los que van en coche, moto, taxi, bus o bici tienen que esperar un minuto y 19 segundos para que se ponga verde, momento en el que disponen de 45 segundos para avanzar. Los que suben lo tienen peor: un minuto y 49 segundos de espera y solo 21 segundos para circular, aunque es cierto que el tráfico en sentido ascendente solo está permitido para vecinos, servicios y comerciantes (en septiembre se empieza a multar, cámaras mediante). Los más perjudicados son los que vienen de Santa Caterina o los que salen del aparcamiento Saba: dos minutos para el verde –seguramente el tiempo de espera más largo de toda la ciudad– y solo 21 segundos para salir del laberinto. Cuenta el vigilante del parking que hay momentos del día en los que los coches tarden casi 20 minutos en poder entrar en la renovada Via Laietana. Los bocinazos son constantes. Les caduca el tícket de salida, así que los vigilantes terminan por subir la barra para que no tengan que volver a pagar. Y para que su cabreo no vaya a más.

Una furgoneta gira hacia Santa Caterina, por despiste, por el paso de peatones
ANA JIMENEZ
La secuencia semafórica queda de la siguiente manera: bajada con giro a ambos lados, peatones, subida con giro a la derecha, peatones. Es decir, se prioriza a los que van a pie, que tienen que poner cuidado, pues no son pocos, en ambos lados, los automóviles o furgonetas de reparto que confunden el espacio para girar con el paso de peatones, ya que el suelo, formato acera, es el mismo, y la señalización y el estrés no ayudan.
Seguridad y rapidez
El carril bici de subida se ha convertido en un vial bidireccional: los ciclistas de bajada evitan descender delante o detrás del bus
Lo bueno de que el rojo sea tan largo es que da tiempo de charlar con los implicados. Tres taxistas dicen que Via Laietana se ha convertido en una calle “muy lenta e incómoda”. Y restringida, pues en su caso, según la nueva configuración, no podrán subir sin pasaje, a no ser que vayan a recoger a un cliente. ¿Cómo lo demostrarán luego si les llega una multa a casa? Está por ver. ¿Y cuándo podrán los vecinos inscribir su coche para no ser sancionados? Se anunciará pasadas las vacaciones.

Turistas y sus maletas pasean por la Via Laietana de aceras de cuatro metros
Mané Espinosa
Varios conductores encuestados por este diario a la altura de Antoni Maura comparten las mismas vibraciones. Se quejan de furgonetas de reparto descargando, cosa que llena el carril central de buses y taxis que huyen del tapón. Celebran, en cambio, que los ciclistas, que deberían bajar junto al transporte público, prefieran el carril bici del sentido contrario. Es solo de subida, pero se ha consolidado como bidireccional ilegal.
Urbanismo a demanda
“No han priorizado y, como resultado, todo el mundo parece estar enfadado”, sostiene un veterano comerciante
Esta situación complica todavía más el averno viario de la plaza de Antoni Maura, ya que a los giros a la izquierda de bajada se le unen las inesperadas bicis furtivas dirección mar que llegan por un punto de nula visión para los conductores. El Bicicleta Club de Catalunya recuerda que los primeros dibujos presentados en el 2020 mostraban un carril bici en ambos lados. Esa sigue siendo su opción predilecta “para garantizar la seguridad de los ciclistas”.
Martí Cusó, portavoz de la asociación de vecinos del Gòtic, se acuerda del proyecto inicial y lamenta que el resultado final “no haya sido fruto del consenso”. Pero hay más: “Via Laietana es un desastre de bajada, un colapso absoluto; funciona muy mal”. Sostiene que esta es una calle “de entrada y salida, y de servicios”. “El Ayuntamiento dice que ahora es más paseable, ¿pero para quién? ¿Para los turistas? Los vecinos ya tenemos mucho sitio para pasear”.
Carril bici eliminado
Un proyecto alterado sobre la marcha
El plan inicial de la reforma de Via Laietana incluía aceras de unos tres metros y medio y un carril bici por sentido. Uno para subir, otro para bajar. Pero sobre el 2022, señala Martí Cusó, portavoz de la asociación de vecinos del Gòtic, se decidió ampliar los espacios destinados al paseo hasta los cuatro metros, con lo que, para hacer sitio, el vial ciclista del lado Llobregat saltó por los aires, y las bicis, de bajada, se verían obligadas a compartir espacio con los autobuses de TMB y los taxis, como ya sucede en Pi i Margall y Creu Coberta. También desaparecieron (se distinguían en los renders de la época) los pasos de peatones adoquinados que daban continuidad a las aceras, de manera que el peatón jamás abandonaba su suelo y era el coche quien pisaba sus dominios.
El Ayuntamiento de Barcelona ya dijo al terminar las obras que iría tomando el pulso a la reforma por si fuera menester aplicar cambios. No tardaron en llegar las primeras rectificaciones tras las quejas vecinales. La primera corrección tiene que ver con TMB: se permitirá, tras modificarse la señalización, que el V15 suba por Via Laietana, algo que se descartó de entrada, entre otras cosas, y en un suponer, por esos dos minutos de rojo que tendrá que esperar en Antoni Maura. Junto con el V17, son los dos buses de la red ortogonal que quedaron fuera del sentido ascendente del tráfico (aunque sí bajan) por culpa de las obras.
La Via Laietana es un desatre de bajada, un colapso absoluto, funciona muy mal. No es un proyecto consensuado”
Martí CusóPortavoz de la asociación de vecinos del Gòtic
Los residentes esperaban su regreso porque eran su vínculo en transporte público con el resto de Barcelona. Pero no. Los vecinos no entienden que ahora solo se recupere el V15. Quieren tener también el V17, que sigue obligado a una romería por Picasso y Lluís Companys, cosa que echa por tierra el leitmotiv de la red ortogonal de líneas verticales, horizontales y diagonales, esa malla de 28 buses llamada a ser un metro con vistas (por la agilidad del invento) que jamás fue tal cosa porque la velocidad media, como a principios de siglo, sigue sin superar los 12 km/h.

Los coches que salen de Santa Caterina y el aparcamiento tienen 20 segundos de verde y dos minutos de rojo
ANA JIMENEZ
El de los buses fue uno de los temas más discutidos en un reciente encuentro entre los vecinos y los responsables municipales de movilidad. “Nos infantilizan al pensar que con una línea estaremos contentos. No. Queremos las dos. Parece mentira que tengamos que ser nosotros los que promocionemos y pidamos más transporte público. ¿No dicen siempre que quieren que dejemos el coche en casa?”, resume una de las residentes que estuvo presente en esa reunión. También se permitirá, cosa descartada al inicio, que los vecinos del Gòtic puedan subir en coche sin ser multados.
Los coches que suben tienen que esperar casi dos minutos en la plaza para que el semáforo pase a verde
Un portavoz de Foment del Treball, organismo con sede en Via Laietana, denuncia una “conflictividad manifiesta en la movilidad”, por lo que espera que se apliquen cambios. La patronal defiende dos carriles por sentido. Desde la asociación comercial Barcelona Oberta, el diagnóstico no es mejor: “Estamos muy preocupados porque la reforma no está garantizando fluidez en la circulación y los usos generan confusión, sobre todo en Antoni Maura. Hay que repensarlo sobre la base de la necesidad y la funcionalidad de la vía”. El Ayuntamiento va tomando nota de todo. Conductores y vecinos, también.