Carolina Gatti y Luciano Worobec nacieron en Córdoba pero hoy son ciudadanos de las rutas latinoamericanas. Cansados de la rutina de la fábrica, decidieron lanzarse a cumplir sus sueños un 3 de junio de 2022 y hoy dan testimonio de que lo impensado, también es posible.
Son pareja y compañeros de viaje. Caro y «Chucho» pasaron de una punta a la otra del mapa a bordo de sus bicicletas “Tierra” y “Trueno”. Con tonada cordobesa, cuentan su historia: la de un dúo que se animó a vivir su sueño dejando atrás los miedos.
La bicicleta fue y sigue siendo su medio de transporte -y su «hogar» para vivir aventuras únicas: viajar con el aire en la cara, con la velocidad justa para apreciar y sentir los paisajes más imponentes, sin filtro.

“Decidimos salir de la zona de confort para comenzar a vivir nuestros sueños. Hoy en día, yo soy terapeuta holística y Luciano es peluquero”, contó Daniela, de 39 años.
La travesía -a la que pusieron ‘Cleteando Vamos’- comenzó justo en el Día Mundial de la Bicicleta. Salieron desde Córdoba hacia el sur, la Patagonia. El primer destino era Ushuaia.

“Queríamos liberarnos de la rutina y comenzar a vivir nuestro sueño de conocer el mundo, principalmente Sudamérica. No fue fácil por la familia y los amigos, pero ante todo nuestro corazón y nuestros deseos”, relató la mujer.
“En seis meses llegamos al fin del mundo, a Tierra del Fuego, justo para el Mundial (2022)”, contó Daniela. Pero hasta llegar a la ciudad más austral, tuvieron que atravesar toda la Patagonia en bicicleta y vencer los climas más hostiles a la intemperie.

Luciano contó que viajaron por Ruta 3, pasaron por El Bolsón, Guardia Mitre, Viedma. “La Patagonia la hemos recorrido tanto del lado atlántico como la cordillera”, contó Daniela y admitió que lo más difícil fueron los vientos.
“Hemos tenido caídas a causa de vientos de más de 120 kilómetros por hora”, dijo. Santa Cruz fue la peor batalla. “Pensamos que no íbamos a pasarlo, se sufrió bastante, pero lo bueno del viaje en general, es que siempre aparecen los ángeles del camino, personas que compatibilizan con las bicicletas y te dan una mano o un empujón”, recordó.

Una vez que arribaron a Ushuaia, decidieron también conocer parte de la Patagonia de Chile. “Es increíblemente maravilloso”, relataron. “Estuvimos un año y medio recorriendo Argentina y Chile”, balanceó Luciano (40), la mitad de lo que llevan de viaje.
No conformes, había que ir por más y cumplir la meta. Sin prisa pero sin pausa, tomaron la Ruta 40 y empezaron a subir hasta salir del país. Así, desde lo más austral llegaron al mar del caribe en Colombia. “Atravesamos Bolivia, estuvimos por el Salar de Uyuni, La Paz; luego cruzamos a Perú, hicimos un tramo de sierra y comenzamos a hacer toda la costa peruana y luego al entrar al Ecuador”, contaron.

Fueron seis meses en Colombia y seis en Ecuador. “Colombia es muy lindo, logramos cumplir nuestros sueños y regresamos hace 15 días al Ecuador con el objetivo de tomarnos un descanso de unos cinco meses, trabajar, juntar más plata y ver cómo continuamos”, contó Daniela.
Ahora, en la ciudad de Cuenca le dan un respiro a las bicicletas y les realizan mantenimiento. “En más de tres años de viaje, llevamos más de 17.000 kilómetros recorridos”, sentenció. En el viaje cosecharon amigos y aprendieron oficios, que les permitieron seguir adelante y sustentar la llegada a destino.
“Hemos cumplido nuestros sueños, tres años y un mes recorriendo toda Sudamérica, llegamos al mar Caribe colombiano y podemos decir que sí se puede, si se quiere y se desea realmente con el corazón”, concluyeron.
La Patagonia: una huella inolvidable en el corazón
Las experiencias únicas que vivieron en la Patagonia quedaron para siempre en sus memorias: un lobo marino que les danzó en una playa solitaria de Las Grutas, el imponente cerro Piltriquitrón que los recibió llegando en bicicleta, la Ruta de los Siete Lagos.

“En la bicicleta se vivencian muchas cosas a flor de piel, es lo más maravilloso del viaje”, admitieron.
En la costa rionegrina experimentaron su recuerdo mejor guardado cuando se toparon con un lobo marino. “Comenzó a darnos un show de más de 20 minutos danzando, volvía a asomarse para ver si lo estábamos mirando y nos bailó, nos aleteaba, fue algo único, un show para nosotros dos especialmente. Creo que es de lo más lindo que hemos vivido en la Patagonia”, dijo Daniela.

De Neuquén, atesoran el Salto del Agrio. “Fue una locura, inolvidable y no podíamos creer que existiera semejante paisaje en nuestro país”, cerró.