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sábado, mayo 31, 2025

Viaje al centro de Martha Peluffo, artista de un sinfín de audacias

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La exposición antológica de Martha Peluffo en Colección Amalita es un golpe directo al olvido. Como una invasión a los confines del cuerpo, la mente y el tiempo, a través de la obra de la provocadora artista, Estados suspensivos reúne un conjunto de obras realizadas entre 1953 y 1978, poemas inéditos de 1955 y una serie de documentos de archivo. Curada por Fernando Davis, se convierte en un llamado a desentrañar los secretos de una artista que desafió todas las etiquetas, cruzó los límites de su época y dejó un legado que aún hoy quema en la piel de la historia del arte argentino.

“Durante un año encaré la investigación que me permitió ahondar en la vida y obra de una artista que estuvo muy presente en las vanguardias de los años 50 y los 60”, relata Fernando Davis en diálogo con Clarín. Los archivos familiares –sobre todo el de Verónica Llinás, hija de Martha– así como archivos públicos y privados consultados tendrán como corolario un libro, que completa la exposición, según adelantó Germán Barraza, director del museo.

Cotidianidad, 1978. Acrílico sobre tela. 130 x 130 cm. Colección Llinás. (Colección Amalita/Ignacio Iasparra).
Cotidianidad, 1978. Acrílico sobre tela. 130 x 130 cm. Colección Llinás. (Colección Amalita/Ignacio Iasparra).

Peluffo no solo cautivaba por su audacia y belleza, sino también por su capacidad de proponer nuevas aproximaciones al arte, desafiando las convenciones de la época, tal como refirió sobre ella Luis Felipe Noé. El recorrido experimental de la artista comenzó en los años 50: fue pionera en el uso del tachismo –una técnica de la pintura abstracta– con obras que combinan exploraciones de manchas y gestos, relacionadas con el informalismo.

Por iniciativa de Carmelo Arden Quin y Aldo Pellegrini, Peluffo presentó su “abstracciones líricas” en forma de “raras geologías” en la galería Van Riel en el 55 y el 56. Al año siguiente, integró la exposición Siete pintores abstractos en la Galería Pizarro, junto con Osvaldo Borda, Víctor Chab, Rómulo Macció, Josefina Robirosa, Kazuya Sakai y Clorindo Testa. El grupo se vinculó luego a la revista Boa, creada por el poeta y crítico Julio Llinás, que más tarde se convirtió en esposo de la artista.

Sin título, 1958. Óleo sobre tela. 100 x 82 cm. Colección Mauricio I. Neuman. (Colección Amalita/Ignacio Iasparra).Sin título, 1958. Óleo sobre tela. 100 x 82 cm. Colección Mauricio I. Neuman. (Colección Amalita/Ignacio Iasparra).

Peluffo también se sintió atraída por el surrealismo, más como forma de experimentar la vida que como movimiento artístico. Aparecen en su obra elementos figurativos como cajas que contienen a la mancha, y espacios irreales.

En 1967, comenzó a experimentar con proyecciones fotográficas, y creó una serie de autorretratos donde su rostro se reprodujo en espejos. En su taller de Belgrano –la llamada Casa de las Brujas, espacio que compartía entre otros con Rogelio Polesello–, realizó autorretratos bajo los efectos del ácido lisérgico.

Los documentos de Martha Peluffo. Los documentos de Martha Peluffo.

“Tuve mi primera experiencia con el LSD con el psicólogo Rolando Toro, quien realizó el trabajo para una universidad norteamericana sobre reacciones de pintores ante la droga. Así nació la idea de pintarme de muchas maneras, porque con el ácido llegué a verme en algunas de las actitudes que he pintado e inclusive con los mismo colores, creando una sensación de despersonalización”, relató Peluffo en una entrevista con Enrique Pichon Riviere.

En la sala se exhiben obras resultado de una performance secuenciada del cuerpo multiplicado, con poses flexionadas que se retuercen y se reinventan. Impacta una serie de desnudos de cuerpo entero flotando y desafiando la gravedad, en un espacio oscuro e indefinido, que desborda de ambigüedad.

Eduardo Bergara Leumann, 1969. Acrílico sobre tela 130 x 129 cm. Museo de Arte Botica del Ángel de la Universidad del Salvador.Eduardo Bergara Leumann, 1969. Acrílico sobre tela 130 x 129 cm. Museo de Arte Botica del Ángel de la Universidad del Salvador.

De la serie Cara a cara –pinturas de resonancia pop realizadas a partir de la proyección de fotografías tomadas a medios gráficos de retratos de ídolos populares de Buenos Aires– se destaca el retrato de Eduardo Bergara Leumann, obra perteneciente al Museo Etnográfico Botica del Ángel. Está exhibido junto a coloridos retratos de Claudia Sánchez y Nono Pugliese, Palito Ortega y Libertad Leblanc, entre otros.

“Martha participó en dos oportunidades del programa La Botica del Ángel, de Bergara Leumann. Uno de ellos fue dedicado al Instituto Di Tella en el 67, junto a Jorge Romero Brest, Jorge de la Vega, Pérez Celis y Polesello. Allí expuso en dos oportunidades: la primera en 1960, cuando participó en el Primer Premio de Pintura; luego en 1964, cuando Marta Minujín ganó el Gran Premio Nacional”, concluye Davis.

Los ídolos populares, según Martha Peluffo. Los ídolos populares, según Martha Peluffo.

En sala contigua se exhibe una serie de dibujos en tinta, donde Martha vuelve sobre la imagen reiterada de su cuerpo. La acción aparece enmarcada por elementos narrativos de las historietas, como viñetas y globos del comic y contenida por sucesivos rectángulos.

Por momentos las imágenes inquietan: la vemos a ella con un vestido muy años setenta, desafiando a una secuencia de tres maniquíes de sí misma en el plano superior, al grito de “Basta”; ella aparece recostada con los brazos abiertos en posición de parturienta con los rectángulos que la van encerrando o bien ella con el torso desnudo apuntándose con un revólver.

Luis Felipe Noé, Rómulo Macció, Manuel Viola y Martha Peluffo en la Galeria Carmen Waugh, Buenos Aires, 1969. (Archivo Fundación Luis Felipe Noé). Luis Felipe Noé, Rómulo Macció, Manuel Viola y Martha Peluffo en la Galeria Carmen Waugh, Buenos Aires, 1969. (Archivo Fundación Luis Felipe Noé).

Los dibujos fueron exhibidos en 1971 en la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República de Bogotá. En 1975, Martha emprendió un viaje a México, Estados Unidos y Venezuela, un recorrido lleno de contrastes, donde en 1976 presentó su primera muestra individual con una serie de audaces autorretratos.

Al regresar a Argentina, su imagen ya no reflejaba la juventud y energía de antes, visiblemente afectada por su salud. A pesar de luchar contra un cáncer que ella misma minimizaba, continuó trabajando con la misma intensidad. En 1978, dio un giro radical a su pintura, adoptando un estilo hiperrealista, una transición que quedó reflejada en su última exposición en la galería Arte Múltiple de Gabriel Levinas, donde expuso el retrato de sus hijos Verónica y Sebastián que se exhibe en la muestra.

En su vida personal y profesional, Peluffo fue una mujer decidida, comprometida con las vanguardias. Su vida, un sinfín de audacias donde lo personal y lo profesional se confunden en un cóctel explosivo de pasión y transgresión, tuvo un adiós prematuro. Murió a los 48 años en diciembre de 1979.

Estados suspendidos se puede visitar de jueves a domingos de 12 a 20, en Colección AMALITA | Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, Olga Cossetini 141, hasta julio de 2025.

Redacción

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