Un equilibrio entre los gobernadores pro-mercado y facciones peronistas más arraigadas será determinante para el ciclo virtuoso de reformas.
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Tras un mes de incertidumbre política y volatilidad en los mercados -que llevó a Estados Unidos a ofrecer un apoyo sin precedentes a Argentina en las últimas semanas-, el presidente Javier Milei resultó vencedor en las elecciones nacionales con un margen mejor al esperado. Los activos argentinos reaccionaron muy positivamente al resultado: los bonos soberanos en dólares subieron 12 puntos y el peso se apreció 5,5% al momento de redactar este informe.¹
A nivel nacional, su partido LLA (La Libertad Avanza) obtuvo 40,8% de los votos, superando con claridad a la oposición kirchnerista Fuerza Patria y sus aliados, que alcanzaron 31,6%. Esto incluyó victorias en 16 provincias, entre ellas Córdoba, Santa Fe, Mendoza, la ciudad de Buenos Aires y un giro dramático en la provincia de Buenos Aires (que había perdido en las regionales del mes anterior). La participación electoral fue baja -la más baja desde el retorno de la democracia-, con solo alrededor del 68% de los votantes registrados acudiendo a las urnas, lo que refleja el clima polarizado del electorado.
El resultado fortalece la posición de Milei: él y sus aliados superarán un tercio de ambas cámaras, asegurando protección de veto y eliminando riesgos de juicio político, además de otorgarle mayor autoridad para ejercer el veto presidencial. La capacidad de mantener vetos en ambas cámaras es un factor clave que los mercados celebran como un mecanismo de resguardo institucional ante eventuales bloqueos de gobernabilidad.
Las cifras también resaltan la necesidad de construir alianzas interpartidarias para la formulación de políticas: LLA y su aliado PRO (Propuesta Republicana) cuentan con unos 108 escaños en la Cámara Baja, por debajo de los 129 necesarios para la mayoría; por lo tanto, necesitarán el apoyo de unos 28 representantes provinciales moderados.
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Qué implica la victoria de medio término de Milei para el crédito argentino
Milei celebró la victoria con un discurso mesurado y conciliador, invitando a gobernadores y otras fuerzas políticas a participar en el diálogo y en acuerdos nacionales. Como resultado de su triunfo, la gobernabilidad se ve fortalecida y el impulso reformista podría acelerarse en Argentina, con cambios estructurales clave en materia tributaria, laboral y previsional que ahora parecen más probables, especialmente si el Presupuesto 2026 logra la aprobación del Congreso.
La consolidación de LLA junto con sus aliados, superando el 40% de los votos, prácticamente elimina cualquier alternativa de centro, lo que hace prever que las elecciones de 2027 estarán polarizadas entre Milei y el peronismo. Si la economía y los indicadores macroeconómicos se mantienen favorables durante los próximos dos años, Milei probablemente seguirá siendo el favorito para 2027, lo que sería positivo para el perfil crediticio de Argentina.
El apoyo de Estados Unidos se espera que funcione como un importante respaldo financiero, reduciendo significativamente la prima de riesgo político del país y otorgando al Banco Central margen para relajar las condiciones monetarias y normalizar los requisitos de reservas en divisas. Esto podría habilitar los planes para ampliar las bandas cambiarias y avanzar gradualmente hacia un régimen de tipo de cambio flotante en 2026.
A medida que el gobierno avance, lograr un equilibrio entre los gobernadores pro-mercado y las facciones peronistas más arraigadas, sin perder fidelidad al mandato de Milei, será determinante para saber si puede materializarse un ciclo virtuoso de reformas.
Thomas Haugaard – gestor de portafolios en Janus Henderson
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