Sobre la ruta nacional 237, en la localidad neuquina de Picún Leufú, se emplaza un establecimiento de 120 hectáreas plantadas con nogales y una moderna planta de procesamiento de nueces.
En el denominado Corredor Productivo del Viento, la empresa Patagonia Nogales ha logrado hacer pie, tras un inicio marcado por las dificultades. Su origen radica en la búsqueda de la familia Carabetta de diversificar su actividad, incorporando una nueva unidad de negocios. El rubro del que venían era diametralmente distinto: venta de electrodomésticos y artículos para el hogar.
Hoy, 20 años después de realizada la primera plantación, la firma sigue siendo la única planta habilitada para exportar nueces con cáscara en la provincia de Neuquén. En la semana, concretó el primer envío de la temporada: 20.000 kilos de nueces partieron desde Picún Leufú rumbo a Portugal.
Si bien la nuez puede considerarse un commodity, su exportación se dificulta si no se alcanzan estándares mínimos de calidad. Las condiciones medioambientales de la Norpatagonia y los estrictos procesos de la firma neuquina confluyen para lograr un producto de excelencia.
De Saturno Hogar a Patagonia Nogales
“No hay que poner todos los huevos en la misma canasta”, reza la popular frase, y fue la premisa que motivó a la familia Carabetta a incursionar en el sector nogalero. La empresa madre de este emprendimiento fue la extinta Saturno Hogar, ampliamente recordada en Neuquén, Río Negro y toda la Patagonia.
La empresa madre de este emprendimiento fue la extinta Saturno Hogar, ampliamente recordada en Neuquén, Río Negro y toda la Patagonia.
Su actividad principal no podía ser más diferente, pues se dedicaba a la comercialización de electrodomésticos y artículos para el hogar. “Patagonia Nogales surge como una iniciativa de mi papá en el 2003, en pos de buscar negocios alternativos”, cuenta Agustín Carabetta, titular de la firma. Dos años después, se inauguraba la plantación.
Dos preguntas surgen naturalmente. Una de ellas es por qué se eligió Picún Leufú como escenario para la instalación del establecimiento. Sin agua, no hay cultivo, y la presencia del canal de riego La Picacita ha sido un factor clave al momento de decidir el emplazamiento.
El valle de Picún Leufú es irrigado gracias a esta obra de ingeniería, inaugurada en 1998, y el gobierno neuquino fomentó la instalación de productores allí con un programa de promoción. Uno de los beneficiados fue, justamente, Patagonia Nogales, que contó con asistencia financiera del Iadep (Instituto Autárquico de Desarrollo Productivo), amortizada en su totalidad.

La segunda pregunta es por qué se eligió la producción de nueces. “Veíamos que la fruticultura tenía dificultades, entre ellas el recurso humano. Para trabajar con nogales había más tecnificación y, además, el árbol tiene un gran beneficio en lo climático porque, al ocurrir su floración en plena primavera, suele escapar a las heladas tempranas”, sostuvo Carabetta.
Pese a ello, el proyecto ha tenido que superar varios escollos en el camino. La curva de aprendizaje ha permitido que la productividad crezca año tras año: la temporada 2024/2025 cerró con rindes de 1.200 kilos por hectárea. Aunque se trata de un valor bajo considerando la edad de las plantas y el potencial de la zona, es un récord para la firma.
La mejora está siendo posible gracias a un cambio en la estrategia de riego y a la solución de problemas sanitarios. Los volúmenes producidos y recibidos le permiten a Patagonia Nogales ser la única planta habilitada para exportar en Neuquén.

Este año ya tiene comprometidos envíos por 80.000 kilos de nueces a diferentes destinos foráneos: 40.000 a Italia, 20.000 a Perú y 20.000 a Portugal. Este último cargamento fue despachado esta misma semana.
Pero no es solo la cantidad producida lo que les permite a las nueces neuquinas arribar a territorio extranjero: la calidad juega un rol clave. En ese sentido, «lo norpatagónico» y el cuidado en los procesos de elaboración de la firma se combinan para conseguir un producto de excelencia.
Neuquén y Río Negro, provincias con potencial nogalero
La Norpatagonia reúne condiciones edafoclimáticas muy favorables para el desarrollo del nogal. “Tenemos suelos aptos y el clima permite el cultivo y el crecimiento”, afirma la ingeniera Diana Fernández, referente en frutos secos de la Agencia de Extensión Rural Valle Medio del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria).
El clima seco ayuda a evitar enfermedades, aunque Fernández aclara que las bajas temperaturas son un factor a considerar: “Si bien tenemos heladas tardías que pueden afectar la producción, la ventaja es que el nogal no florece concentrado en una fecha lo que permite que escapemos a algunas heladas”. Además, la variedad chandler, la más cultivada a nivel mundial y en la región, tiene una floración tardía, lo que representa una ventaja adicional.

Las heladas otoñales, en cambio, son una amenaza concreta para los árboles jóvenes, ya que pueden dañar la madera, especialmente en los primeros años de implantación. “Eso se soluciona teniendo algunos cuidados, como evitando que la fertilización se haga tarde. El manejo de nitrógeno es fundamental para evitar estos daños”, advierte.
Pese a la irregularidad en la composición de los terrenos, típica en los valles norpatagónicos, la ingeniera señala que “hay suelos muy buenos, profundos, que no tienen limitantes ni físicos ni químicos, y donde los nogales pueden desarrollarse perfectamente”.
Pero para lograr una nuez de calidad, el clima y el suelo no alcanzan: se requiere un manejo adecuado desde el inicio de la temporada hasta la post-cosecha. Fernández es clara al respecto: “Podemos llegar con muy buena calidad a cosecha, pero si la recolección no es en tiempo y forma y si no se hace el proceso de secado de la nuez, hay riesgo de perder mucha calidad”.

Uno de los puntos críticos es el momento de la caída del fruto. “Es mejor que una nuez quede en el árbol y no en el suelo. Si pasa mucho tiempo en el suelo, va disminuyendo su calidad”, detalla la especialista.
El proceso posterior a la recolección también requiere atención. El lavado y el secado son etapas fundamentales, y el uso de aire caliente es la forma más segura de preservar las propiedades del fruto.
“En la Norpatagonia logramos nueces de muy buena calidad”, aseguró la técnica del INTA. ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de calidad? Para la nuez con cáscara se busca que no haya daños por insectos o enfermedades, que los frutos no estén partidos y que tengan buen tamaño. En el caso de la “mariposa” (nuez pelada) los factores determinantes son el color y el tamaño.
«Con una nuez de color claro, vas a tener el sabor natural de la nuez. Si una nuez se va oscureciendo, empiezan a actuar enzimas que hacen que se enrancie el sabor.»
Ing. Agr. Diana Fernández, referente en frutos secos del INTA.
“La mariposa siempre es más valorada cuando es extra light, o sea de un color súper claro; el valor decae cuanto más oscura sea”, explica Fernández. Este aspecto está estrechamente ligado al sabor: “Con una nuez de color claro, vas a tener el sabor natural de la nuez. Si una nuez se va oscureciendo, empiezan a actuar enzimas que hacen que se enrancie el sabor”, agregó.
En Patagonia Nogales, todas estas buenas prácticas guían los procesos, y los resultados están a la vista. “Nuestras nueces son de primer nivel, siempre hemos tenido muy buenas devoluciones en el mercado; la realidad es que tanto el tamaño como la calidad acompañan y nos mantienen en una buena posición comercial”, marcó el titular de la firma.
Neuquén para el mundo: el proceso detrás de las nueces
Para que se exprese productivamente, el nogal requiere labores culturales a lo largo del año, como la poda, la fertilización, el manejo sanitario y el riego. En esos dos últimos aspectos, Patagonia Nogales ha tomado medidas que explican, en buena medida, la mejora en el rendimiento.
“En los últimos cinco años, resolvimos problemas sanitarios y mejoramos el riego tras descubrir que, por el tipo de suelo que tenemos, nos faltaba agua”, sostuvo el productor. En las chacras de Picún Leufú el riego es por goteo y el cambio implementado consistió en la instalación de dobles hileras de mangueras. “Todo esto está dando sus frutos”, evaluó. El trabajo del Raúl “Ruly” Cuello, encargado del campo, ha sido muy importante en la consecución de estos logros.

La cosecha consta de dos etapas, que se ejecutan en forma concomitante. Un tractor sacude los nogales para que las nueces caigan al suelo, las que son recogidas enseguida con una máquina barredora.
Los frutos recolectados se dirigen, luego, a la sala de empaque. Allí, las nueces son despelonadas o directamente lavadas, para su posterior depósito en hornos de secado con aire caliente.
Una vez que alcanzan el porcentaje de humedad deseado, las nueces van a una moderna máquina tamañadora, que las separa de acuerdo a su diámetro en cinco categorías. Finalmente, se procede al embolsado en mesas de clasificación, según su destino comercial.
Transcurridos 20 años desde la primera plantación, en la familia Carabetta es tiempo de balances. “Es un desafío aprobado, es un logro seguir adelante con la producción, haber resuelto tantas problemáticas y tener perspectiva de crecimiento”, sostuvo el productor.
Es que Patagonia Nogales no solo es historia y presente, sino también futuro. Agustín Carabetta tiene en carpeta un proyecto para agregar al proceso el descascarado de nueces y agregar las “mariposas” a su catálogo. El objetivo de la familia es llegar directamente al consumidor de la región, tal y como lo hizo durante tantos años con Saturno Hogar.