Villa Devoto siempre se caracterizó por ser un barrio residencial y tranquilo, pero en el último año y medio su perfil cambió rotundamente: explotó como polo foodie.
Todo empezó hace años en la plaza Arenales que se convirtió en el epicentro de este movimiento: allí conviven restaurantes pioneros como Pablo’s o el Café de la Plaza con aperturas más recientes que trajeron otra mirada de la cocina. A las mesas de toda la vida se sumaron las de Donato De Santis y la pastelería de Damián Betular, además de cadenas como Rapa Nui o Negroni, que también marcaron presencia.
Hoy, Devoto ofrece un abanico de propuestas que va desde bodegones modernos hasta cocinas más experimentales. La clave está en cómo lograron reinterpretar la tradición porteña con platos elaborados y una mirada actual, logrando que el barrio sea un destino obligado para quienes buscan comer bien sin caer en los polos gastronómicos más tradicionales.
Cómo cambió la escena gastronómica de Devoto
Devoto siempre tuvo su identidad marcada por la vida barrial y un pulso más residencial que gastronómico. Sin embargo, en sus calles conviven instituciones centenarias que fueron moldeando un paisaje particular: la Pizzería José, sobre la avenida San Martín, lleva más de 80 años sirviendo muzzarella, mientras que el Bar Alemán suma más de un siglo de historia. Estos espacios representan la memoria viva de un barrio que parecía preservado del vértigo porteño.
El cambio comenzó tímidamente con la llegada de Pablos y El Café de la Plaza, frente a la plaza Arenales, que marcaron un antes y un después al consolidar ese espacio verde como epicentro de un incipiente polo gourmet. La postal de las mesas sobre la vereda, con vista a la plaza, empezó a atraer un público distinto y a instalar la idea de Devoto como destino gastronómico.

La consolidación definitiva llegó de la mano de nombres propios. Donato De Santis desembarcó con una sucursal de Cucina Paradiso, su casa de pastas, y poco después el fenómeno Damián Betular, con su patisserie, selló el perfil foodie del barrio.
A partir de allí, la curva fue ascendente: en el último año y medio Devoto se convirtió en el barrio residencial con mayor crecimiento gastronómico, con aperturas que incluso se expandieron a Villa Pueyrredón, contagiando a las calles linderas con propuestas más ambiciosas.
El factor residencial también se volvió un diferencial. Nuevos restaurantes eligieron instalarse en casonas y edificios históricos, sumando a la experiencia culinaria un atractivo arquitectónico. Ávito abrió sus puertas en lo que fue un convento de monjas; la sucursal de Rapa Nui ocupa una propiedad de 1940 que tuvo el primer ascensor del barrio y ofrece vistas privilegiadas de la plaza; La Villa funciona en un palacete y Raíx tomó la posta en la antigua panadería más importante de la zona.

Los que funcionan como anzuelo para un público más joven y de otros barrios son Farid, especializado en cocina de Medio Oriente moderna, y Raíx, recomendado en la Guía Michelin, son ejemplos recientes de una oferta que busca posicionar a Devoto en el mapa internacional de la gastronomía.
Pero toda transformación trae sus tensiones. Mientras algunos vecinos y comerciantes celebran el auge como motor económico y turístico, otros lo ven como una amenaza al estilo de vida del barrio. Vecinos de toda la vida, cuentan que ven que las demoliciones preocupan, que reciben propuestas para vender y temen que la expansión inmobiliaria borre parte de la fisonomía de Devoto. Entre la tradición y el boom gourmet, el barrio se debate cómo digerir su nuevo protagonismo.
Cocina contemporánea argentina y del mundo
Raíx

Recomendado en la Guía Michelín 2025, Raíx funciona en el mismo lugar donde estuvo la panadería Bottazzini, abierta en 1903. El espacio mantiene elementos de aquella época, como el horno de pan, la barra de madera y las máquinas de hierro que se usaban para amasar. Hoy el local se organiza como restaurante y bar, con una carta que combina cocina argentina y latinoamericana.
El pan ocupa un lugar central: hay seis variedades artesanales que acompañan distintos platos. Entre las opciones se encuentra el “Churro”, hecho con esa masa, palta con cebolla y tartar de pesca o de langostinos. La propuesta se completa con entradas, platos principales y cócteles que se pueden pedir en la barra o en las mesas del salón.
Asunción 4405. Instagram: @raix.ba
El mapa de los restaurantes imperdibles de Devoto clasificados por tipo de cocina y precio
Farid

Farid está ubicado en una zona tranquila, justo frente a la estación de trenes y a unas cuadras del polo gastronómico más concurrido del barrio. El restaurante, dirigido por Malcom Lancioni, toma como base los sabores de Medio Oriente y los reinterpreta con toques propios. La ambientación acompaña con un clima sereno, pensado para disfrutar de un banquete que combina tradición y novedad.
La carta cambia con los productos de temporada, aunque algunos platos se mantienen como emblemas: falafels crocantes y suaves, hummus cremoso con albahaca y tomates confitados, shawarmitas de carne condimentada con grasa de wagyu y salsa de yogur casero, y el keppe crudo de cordero, señalado por el chef como una de las joyas del menú. La propuesta se completa con vinos no convencionales de diferentes regiones del país, espumosos ideales para maridar y una agenda de catas y eventos especiales que se anuncian en su cuenta de Instagram.
Fernández de Enciso 3791. Instagram: @farid.dvt
Parrilla contemporánea y gourmet
Mecha

Sobre la calle Mercedes, en pleno corazón gastronómico de Villa Devoto, Mecha se consolida como una de las parrillas más importantes del barrio. A metros de la Plaza Arenales, este restaurante se presenta como una parrilla porteña de estilo moderno, donde los fuegos son protagonistas indiscutidos y se acompañan de una cuidada selección de vinos y cócteles. El espacio cuenta con un patio amplio e increíble, pensado para disfrutar tanto en pareja como en familia.
En su propuesta conviven los clásicos de la parrilla con un giro contemporáneo: desde un chorizo que llega a la mesa con papas fritas, provenzal, huevo y salsa criolla, hasta una morcilla con hongos que sorprende por su sabor. Entre los imperdibles figuran el risotto alla milanese con osobuco braseado durante seis horas y la milanesa de entraña para compartir, pensada para dos o tres personas. También hay opciones de pesca fresca y un menú especial para niños, lo que convierte a Mecha en un lugar versátil para distintos públicos.
Mercedes 3939. Instagram: @mecharestaurant
Restaurantes clásicos y familiares
Casa Lucca

Casa Lucca se luce en una casona de esquina que fue reciclada con criterio. Abre desde temprano y va cambiando el tono a lo largo del día: desayunos, almuerzos y meriendas que giran en torno a una propuesta que mezcla parrilla con cocina de inmigrantes, pero siempre con espíritu de bodegón moderno.
El fuerte está en lo conocido y bien resuelto. En las brasas se cocinan cortes clásicos, mientras que desde la cocina salen platos entrañables como la merluza a la romana o la suprema a la maryland. También hay pastas de toda la vida, ideales para los que buscan sabores familiares. Y en el final dulce, la cita obligada es con el flan de doce huevos, que se sirve sí o sí con crema y dulce de leche.
Asunción 4167. Instagram: @casa.lucca
Ritratto

A metros de la estación del tren San Martín y escondido detrás de la plaza, Ritratto se presenta con una estética simple que no anticipa lo que pasa en la mesa: platos de pastas y pizzas que se ganaron fama propia en el barrio. El filetto, considerado por muchos como el mejor de la ciudad, acompaña desde las muzzarelitas de la entrada hasta los principales que llegan humeantes.
El fuerte son las pastas, todas bien hechas y sabrosas: penne alla amatriciana, spaghetti con albóndigas, pappardelle y los gloriosos ñoquis con ragú. Pero la pizza también tiene su lugar: fina, a la piedra y cargada de sabor. Ritratto es de esos restaurantes que invitan a comer muy bien en un ambiente relajado, sin vueltas, con la seguridad de que cada plato va a cumplir. Un secreto bien guardado de Devoto.
Gualeguaychu 3827. Instagram: @ritrattoresto.
Neo bodegones: la comida de siempre con un giro actual
Laserio

Laserio es el proyecto de Federico Norcini, hijo de una familia con larga tradición de bodegones, que decidió abrir su propio espacio en una esquina tranquila de Villa Devoto, frente a un parque arbolado. El lugar combina el espíritu de cantina con una estética moderna y un menú de platos pensados para compartir, en una propuesta que se aleja del ruido de la plaza principal pero mantiene la esencia barrial.
En la carta conviven clásicos como buñuelos, tortillas y milanesas con fideos, junto a opciones menos previsibles, como gírgolas al chimi picante o burrata con chutney de peras. Esa mezcla entre lo conocido y lo inesperado define la identidad del lugar, que suele estar lleno, sobre todo de noche y los fines de semana. Además de la propuesta gastronómica, Laserio organiza actividades como bingos y noches de tarot, lo que refuerza su perfil de punto de encuentro en la zona.
Avenida Gral. Mosconi 3906. Instagram: @laserio.cantina
Copetín

Frente a las vías del tren Urquiza y dentro de la emblemática casona inglesa conocida como La Manzanita, funciona Copetín, uno de los bares más jóvenes del barrio pero en un escenario con historia. La casona ocupa toda una manzana —una de las más pequeñas de la ciudad— y aporta ese aire vintage que se combina con una propuesta diferente a lo habitual en la zona.
La carta invita a volver al ritual del vermú y la picada, servida en copetineras clásicas y acompañada de sándwiches generosos en pan de pizza. También hay pizzas, tortillas y milanesas, opciones simples pero bien resueltas. Es un lugar pensado para arrancar la noche con un clima distendido, ideal desde las siete de la tarde. Y como extra, en los últimos meses sumaron música en vivo: entre otros, llegó a tocar nada menos que Fito Páez.
Fernández de Enciso 4370. Instagram: @copetindevoto
Buche

Buche abrió en enero de 2025 en Villa Devoto como un espacio dedicado a embutidos y quesos artesanales, pensado tanto para llevar a casa como para consumir en el lugar acompañado de vermuts y aperitivos. El proyecto pertenece al chef cordobés Julio Figueroa, también responsable de Ávito Bistró & Café en el mismo barrio. El local funciona en tres plantas, con mercado, salón y un rooftop semi-cerrado, y reúne productores como Quesería Ventimiglia (Cipolletti), Alquería Santa Olalla (Córdoba), Quesos La Suerte (Lincoln) y Las Dinas Salumería (Tandil), junto a marcas de España e Italia.
La oferta gira en torno a quesos, fiambres curados o cocidos y embutidos que se sirven en porciones, en tablas o en sándwiches. Las tablas se dividen por países: Argentina, Italia, Francia y España. Entre ellas, la “de Argentina al Buche” incluye trucha curada, asadito argentino, jamón crudo speck ahumado, salame La Colonia, quesos de distintos orígenes, pepinos encurtidos, tomates secos y aceitunas. Los sándwiches, bajo el nombre “san-buche”, permiten elegir panes como focaccia, ciabatta, baguette o pan de calabaza, con combinaciones como pavita natural ahumada con gouda y chutney de estación.
Asunción 4085. Instagram: @buche.salumeria.
Bodegones para comer bien con poco presupuesto
Bar Alemán

El Bar Alemán es uno de esos rincones que parecen detenidos en el tiempo: desde 1908 ocupa la misma esquina de la Avenida San Martín y Pedro Morán, lejos del circuito gastronómico que rodea la plaza de Devoto. Nació como un almacén de campo, después fue cervecería de dueños suizos, quedó en manos de un mozo, y finalmente cuando quedó en mano de los dueños actuales se transformó en el clásico que es hoy. Desde 1983, la carta suma platos típicos de bodegón conserva la impronta centroeuropea que le da identidad.
En sus mesas desfilan porciones enormes para compartir: goulash de lomo con ñoquis, chorizo y salchicha alemana con chucrut, lewer, costilla de cerdo ahumada y una picada con fiambres típicos. También hay un hit bien porteño: la milanesa napolitana para cuatro personas. Todo servido por mozos de oficio que conocen a los clientes de memoria. Y si el clima acompaña, nada mejor que acomodarse en la glorieta al aire libre para una noche de verano con aire de barrio y platos contundentes.
Avenida San Martín 5992. Instagram: @baralemandevoto
Bodegón Kimberley

El bodegón del club Kimberley funciona dentro de las instalaciones de este club centenario de Devoto y se consolidó como un punto de encuentro gracias a su parrilla y a un amplio patio al aire libre que se volvió la vedette de la casa. El menú reúne clásicos de bodegón y cortes a las brasas, pensados para compartir en mesas familiares o entre amigos.
Entre las entradas se destacan los buñuelos de acelga con alioli y las tortillas en distintas versiones, mientras que en los principales la carta ofrece milanesas en seis opciones —incluida una de bife con hueso servida con fideos a la carbonara y huevo jugoso—, pastas como los ñoquis KAC en papillote con crema, panceta y huevo soft, y una selección de carnes que se cocinan al momento, sin marcados previos.
En la parrilla aparecen cortes como entraña, picaña, asado banderita y ojo de bife, además de sugerencias como el ojo de bife gratinado con queso azul o el bife de chorizo con provoleta, jamón y morrones. Los postres mantienen la tradición, con flan casero acompañado de abundante dulce de leche. La propuesta, de porciones generosas y precios accesibles, se completa con gaseosas grandes para compartir, en un ambiente que combina el espíritu barrial del club con la gastronomía de bodegón clásico.
Joaquín V. González 3238. Instagram: @restaurant_kac