En una serie de intercambios en las redes sociales con usuarios anónimos o desconocidos, la vicepresidenta, Victoria Villarruel, dejó en evidencia ayer cuáles son las diferencias políticas que la separan del presidente Javier Milei y se paró más cerca de la oposición política que del oficialismo.
Sin reparos ni dobleces, Villarruel, que con Milei comparten espacio político desde sus debuts en la función pública, le pidió al Presidente “que ahorre (dinero) en viajes y en la SIDE”, que se comporte “adultamente”, reveló que ellos no se hablan y que Milei ni siquiera la saluda y lo acusó de “meter familiares” en la función pública, “vivir en un palacio”, “traicionar lo que dijo” y de implementar decisiones que “perjudican a los argentinos”.
En este último punto, Villarruel pasó en forma directa a avalar el contenido de dos de las leyes que votó el jueves el Senado con impulso de la oposición: el aumento de las jubilaciones y la creación de un fondo de ayuda a las personas con discapacidad. “Si hay equilibrio (fiscal) entonces asistir a los más desprotegidos no debiera ser tan terrible. El tema es que un jubilado no puede esperar y un discapacitado, menos”, escribió la vicepresidenta, en respuesta a un usuario de la red social Instagram identificado como @sinrivales_ que le había preguntado por qué abrió la sesión del jueves.
Esa fue la diferencia más relevante que postuló Villarruel, porque muestra que no está de acuerdo con la defensa irrestricta del superávit fiscal que estableció Milei como divisa de su gestión. En ese sentido, Villarruel quedó más cerca de la postura de la oposición que la del Gobierno que ella integra.

La tensión entre los dos miembros de la boleta presidencial de La Libertad Avanza había llegado al máximo cuando esta misma semana el Presidente llamó “traidora” a su vice.
Si bien es verdad que Milei suele lanzar acusaciones categóricas e insultos a sus rivales políticos y también que acostumbra a desdecirse y pararse en posiciones contradictorias, la pelea parece haber llegado definitivamente a un punto en el que será imposible retroceder.
Esa situación terminal, sin embargo, podría no desencadenar en el futuro enfrentamientos que pasen a planos más importantes que el intercambio de declaraciones por TV o de escaramuzas en las redes sociales.
A diferencia de lo que ocurrió con la ruptura del ex vicepresidente frepasista Carlos “Chacho” Álvarez con el ex presidente radical Fernando De la Rúa en octubre de 2000, que terminó siendo el punto de falla del Gobierno de la Alianza; del voto contra las retenciones móviles al campo del ex vicepresidente Julio Cobos en el Gobierno de Cristina Kirchner en julio de 2008 o los vaciamientos de poder y condicionamientos que le impuso Cristina a Alberto Fernández en el gobierno anterior, hoy Villarruel no tiene poder para poner en marcha por sí sola decisiones contra Milei. En ese sentido, la situación quedó más cerca de peleas de baja profundidad y alta visibilidad como la que mantuvo Néstor Kirchner con Daniel Scioli.
El cruce entre Milei y su vice no es el primero que mantienen en lo que llevan de gestión, ya que casi desde que se sentaron en sus lugares del Poder Ejecutivo comenzaron las desconfianzas.
No está claro cuál fue el origen de la diferencia, porque cuando se lo preguntan en privado, el Presidente solo menciona que su compañera de fórmula le pidió ocupar algunos cargos de la administración pública con funcionarios de su confianza. Para Milei, eso trasluce la idea de su ex aliada de “ir por la caja” de recursos públicos. Los mileístas también recuerdan una reunión de la vice con Mauricio Macri, que consideraron una conspiración.

Cerca de Villarruel, por supuesto, desmienten esas acusaciones, y solo hablan de una intención del Presidente de cortar el desarrollo político de la vicepresidenta. Hasta ayer, la vice se paraba en su rol institucional y argumentaba que su lugar como funcionaria votada por el pueblo en la misma boleta que el Presidente debía ser preservado. Ahora dio un paso más.