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viernes, noviembre 7, 2025

Violencia en las escuelas y la polémica por la falta de sanciones: ¿deben volver las amonestaciones?

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Se viralizaron las imágenes del colegio Normal 2 de La Plata, donde un alumno ingresó corriendo sin remera y agredió a otro que tenía una campera blanca y, segundos después, una preceptora terminó con un corte en la frente al intentar separar a ese grupo que se peleaba a los golpes en el patio cerrado de la institución.

Esa escena violenta fue el disparador para que la comunidad educativa bonaerense reclame por la falta de controles ante la indisciplina escolar.

Clarín consultó a expertos para analizar si el regreso de las amonestaciones en la Provincia es lo mejor o si hay una medida superadora.

Lo primero que hay que entender de este caso, que tuvo el impacto de un escándalo, es que la Dirección General de Escuelas bonaerense, en una reacción extrema y atípica, fue quien decidió que “el joven responsable de iniciar la agresión dejará de ser alumno de la escuela”.

Ese alumno había sido apartado hace dos meses por problemas de comportamiento, pero no expulsado. Entró al edificio y se enfrentó a las trompadas con otro grupo. Según los testigos, había estado merodeando en los alrededores del establecimiento, y a las 11.30, en el recreo, entró por una de las puertas por las que, contó otro trabajador de la escuela, » jóvenes entran y salen sin controles».

A la par de la decisión de explusarlo, el centro de estudiantes organizó una protesta y cortó la calle en la puerta del colegio. Y una compañera de trabajo de la preceptora lastimada reclamó “la vuelta de las amonestaciones” para tener herraientas que permitan tomar medidas disciplinarias contra los alumnos que tienen actitudes violentas.

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Una preceptora resultó herida al intentar separar una violenta pelea en un colegio

La única medida que se conoció después del conflicto que quedó registrado por los celulares de los chicos fue que la directora Sabina Antognoli habilitó una falta justificada para los estudiantes que el martes quisieran no ir. Es que la escuela en sí no aplica sanciones disciplinarias.

¿Ante el reclamo de mayores controles ante la violencia escolar, se está evaluando cambiar la normativa? «En la Provincia el hecho de que no existan amonestaciones como en otras provincias del país, no significa que no existan normas«, responde a Clarín Alberto Sileoni, director en Dirección General de Cultura y Educación bonaerense.

El régimen de amonestaciones establecía que a las 25 recibidas, el alumno debía ser explusado, y que ya con 15, debía rendir todas las materias libres y corría la posibilidad de repetir el año.

Sileoni, en diálogo con María O’donell en la radio Urbana Play, explicó que fue un «régimen de sanciones que duró muchos años, y ahí se podía debatir si generaba especulaciones: ‘Me quedan 5, me quedan 4′, y son opiniones».

Actualmente, dice el ministro, «que no existan no quiere decir que la escuela sea un escenario de anomia. Hay procedimientos. Hay posibilidades desde las más blandas, que es obligarlos a asistir a talleres, también invitar a los alumnos a cambiar de turno, y la más dura, decirle al alumno que no hay lugar para él en la escuela».

El debate por el sistema actual y si deben volver a aplicarse sanciones

«Este tema lleva una década. Lo que se ha visto es un relajamiento en la aplicación de algún instrumento o propuesta si se sacaban las amonestaciones», explica a Clarín Alejandro Castro Santander, director del Observatorio de la Convivencia Escolar.

«Siempre tiene que haber un límite, no como algo negativo, quizá excluir la palabra amonestación por su reminiscencia. Que sea una norma, una reglamentación, que lo que hace es proteger. Lo que se perdió es la autoridad en las familias y después en la escuela. Hay que volver al límite, a construir normas de convivencia», postula el experto en clima escolar.

¿Qué puede ser si no es, técnicamente, una amonestación? «En muchos lados lo que se utiliza es una medida reparadora. Cometida una falta, hay que reparar ese daño que se produjo. Esto cambia absolutamente si se trata de hechos de violencia y de delito, pero en general, en lo frecuente, lo común que pasa en las instituciones, hay que hablar de sanción, de que no quede impune y lograr la reparación que también se aplica en la sociedad, entre los adultos», detalla Santander.

En la escuela Dardo Rocha, ex Normal 2 de La Plata, piden volver a las amonestaciones.En la escuela Dardo Rocha, ex Normal 2 de La Plata, piden volver a las amonestaciones.

Resalta la importancia de que exista «un mínimo normativo de los gobiernos locales», lo que debe sancionarse sí o sí, de base, «para que la escuela construya con eso, de manera cooperativa, con los estudiantes y los docentes, su normativa».

Paola Zabala, directora en Comunidad Anti Bullying Argentina, dice que lo importante no es la forma de la sanción sino medir la eficacia.

«Las amonestaciones no abordan el problema de fondo. Lo mismo sucede con el proyecto de Ley que circula por Mendoza acerca de una multa de dinero a los padres de quienes sean hostigadores en la escuela. La multa detiene la conducta pero no la transforma, lo importante es que los chicos entiendan el impacto de sus acciones«, compara Zalabala.

Para Victoria Zorraquin, investigadora especializada en Educación y fundadora de la ONG de alfabetización Educere, la escuela secundaria requiere muchos cambios, porque los problemas son «multicausales».

«Un docente solo no puede trabajar con los alumnos. Se requiere otra planificación del trabajo, para que puedan trabajar en equipo y atender las necesidades de los alumnos», arranca Zorraquin.

«En la eduación básica los chicos no aprenden lengua y matemática como debieran, y son esas dos áreas de conocimiento las que luego permiten los avances en todos los aprendizajes de la escuela. Por eso creo que en todas las secundarias se debería implementar un curso de ingreso, donde se profundicen estas materias y todas las habilidades y hábitos que se requieren para ser un estudiante de secundaria», detalla.

Zorraquin considera que deben existir sanciones, al igual que premios para los estudiantes.

«Premios para el buen comportamiento, la asistencia a clase, para las buenas habilidades con los compañeros. Para eso se necesitan docentes que puedan trabajar en equipo, que no se concentren solamente en sus 45 minutos de clase y tengan tiempo para trabajar en estos aspectos cruciales para los adolescentes, que sientan la fuerza del sentido de su misión».

La clave, dice, es que «la escuela necesita traer de nuevo a las familias. Que, en vez de decirles ‘no se metan’, les digan ‘vengan, los necesitamos’. Porque la violencia que se vive entre los ciudadanos, de una u otra manera, llega a la escuela».

MG

Redacción

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