Winona Ryder nunca hizo las cosas como Hollywood esperaba. No lo hizo cuando irrumpió en los 80 con su estética singular, tampoco cuando se volvió una estrella absoluta en los 90, ni cuando la industria la dejó de lado durante casi quince años.
Pero ahora, con el estreno de Beetlejuice 2 (2024), un regreso al universo que la marcó a los 16, y el cierre de la quinta y última temporada de Stranger Things, Ryder entra en un nuevo capítulo de su carrera.
En los últimos meses habló con franqueza sobre esa trayectoria llena de giros. Primero recordó que hubo una “temporada baja” en su carrera que duró más de una década, y después profundizó en sus comienzos durante una entrevista con Interview Magazine.
“Yo era la chica rara a finales de los 80”, dijo, como si esa etiqueta siguiera siendo la clave para entender su historia. Con el paso del tiempo, la distancia le permitió reinterpretar su propio mito y mirar con más calma aquello que antes la marcaba.
La adolescente frágil que encarnaba a los inadaptados se convirtió en la artista que resurgió sin redes sociales, sin estilistas y sin la necesidad de agradar. Ryder volvió, pero sin renunciar a su rareza.
Ryder hoy, dueña de una presencia que combina madurez, talento y una identidad intacta. Foto: IG @interviewmagAsí, su regreso no se explica solo por nostalgia. Hollywood la quiere de nuevo porque, en una era de artificio constante, el público reconoce en ella algo que nunca fue impostado: autenticidad.
La chica rara en un Hollywood dominado por testosterona
A finales de los 80, las reglas del éxito no estaban pensadas para alguien como Ryder.
Ella misma lo recordó: “Si mirás la cultura de esa época, las películas que triunfaban eran Rambo. No era amable con personas como yo”.
Sus personajes emblemáticos de los 80 y 90 consolidaron un estilo propio. Foto: IMDbSu sensibilidad, su activismo temprano y su estética andrógina chocaban con una industria gobernada por miradas masculinas. Sin embargo, ese desajuste, lejos de frenar su ascenso, se trasladó a varios de sus personajes icónicos de filmes como Beetlejuice, Inocencia interrumpida, El joven manos de tijera y Mujercitas.
Su presencia transmitía una mezcla única de vulnerabilidad, lucidez y misterio. Pero mientras ella ascendía, la industria seguía rígida en sus códigos. Esa incomodidad, según Interview, también la moldeó políticamente.
Ryder se involucró en causas sociales desde muy joven, una dimensión de su personalidad que con el tiempo se volvió inseparable de sus elecciones artísticas.
Tim Burton y el descubrimiento de una identidad posible
En su más reciente entrevista con Interview Magazine reveló una dimensión esencial de su historia: su vínculo con Tim Burton.
Para Ryder, él no solo fue el director que la eligió, sino que también fue la persona que la hizo sentir visible dentro de una industria que la empujaba a corregirse.
La conexión creativa con Tim Burton fue clave para que encontrara un espacio donde podía ser ella misma. Foto: Pinterest @mastriannimelBurton trabajaba cerca de los actores, no detrás de monitores ni barreras. Ese modo de filmar le dio a Ryder una seguridad nueva. Por primera vez entendió que su sensibilidad no era un obstáculo. Era una herramienta.
Cuando filmaron Beetlejuice, él la trató como una artista completa. Ella tenía solo 16 años. Le habló de cine y de historias. La invitó a pensar sus personajes y a explorar su sensibilidad sin miedo a parecer “demasiado”.
El rodaje de Beetlejuice marcó el inicio de una colaboración que definió su estética y su carrera. Foto: Pinterest @linfursAños después, cuando él recibió su estrella en el Paseo de la Fama, Ryder le agradeció públicamente por afirmar su voz y su confianza, y confesó que gracias a él entendió que ser una “chica rara” también podía ser celebrado.
El ascenso, la caída y el doble estándar
En 2001, su carrera se detuvo tras el arresto por hurto en Beverly Hills. Aunque se disculpó y habló abiertamente de su adicción a los barbitúricos y de su salud mental, Ryder sostiene que la industria la castigó de un modo que no aplicaba a los hombres.
Mientras otros actores varones multiplicaban oportunidades tras escándalos públicos, ella fue expulsada de la industria. “Su carrera ha sido un ejemplo claro del doble rasero con el que se trata a hombres y mujeres en Hollywood”, señaló el crítico Scott Mendelson.
El episodio de su arresto en 2001 se convirtió en un punto de quiebre para su carrera. Foto: Pinterest @msnickoftime/@laman1586Al mismo tiempo, figuras como Harvey Weinstein seguían acumulando poder. Ryder contó que él la había puesto en su lista negra después de una reunión donde, según él, lo “ofendió” al extenderle la mano en vez de saludarlo con un beso.
Y aún cuando Hollywood decidió volver a incluirla, encontró otro obstáculo: el edadismo.
Con un pequeño papel en Cisne Negro (2010), comenzó un regreso tímido pero decisivo. Hollywood volvía a abrirle la puerta, aunque con reservas: a los 37 ya la ofrecían papeles de madres de personajes de veinteañeros.
Enfrentó los estereotipos de la industria y se resistió a los roles estereotipados de Hollywood. Foto: IG @interviewmag
La tragedia que marcó a la artista y a la madre de Hawkins
En la charla con Interview Magazine, Ryder recordó la desaparición y asesinato de Polly Klaas, una chica de su ciudad natal.
Ella se involucró activamente en la búsqueda y, más tarde, le dedicó su papel en Mujercitas: “Hice todo lo que pude para ayudar a su familia, para mantener el caso en las noticias. Ella quería ser actriz y su libro favorito era Mujercitas, así que esa fue una gran razón por la que hice esa película y se la dediqué”.
Ese trauma también guió su interpretación de Joyce Byers en Stranger Things: “Me asustó, porque quería mostrar lo serio que es. Hablé con el padre de Polly, y gran parte de mi actuación en la primera temporada estuvo conectada con él”.
Winona Ryder como Joyce Byers en Stranger Things 5. Foto: NetflixEse vínculo emocional, sumado a la enorme respuesta del público, convirtió a Joyce en uno de los personajes más queridos de la serie.
También fue la primera vez que Ryder experimentó el fenómeno del fandom moderno, algo que la desorientó lo suficiente como para mantener distancia.
Edad, autenticidad y un regreso sin concesiones
Ryder siempre chocó con los límites que la industria imponía a las actrices, y lo recuerda con una nitidez que todavía sorprende.
Con el tiempo, esa percepción la ayudó a mantenerse lejos de las presiones externas, evitó las redes sociales y siguió confiando en una intuición que, a pesar de los tropiezos, siempre la llevó de regreso a sí misma.
Hoy es una figura transgeneracional: el público que la siguió en los 90 convive con quienes la descubrieron en Stranger Things, y en ese cruce se consolida una imagen que ya no requiere explicación.
Winona Ryder: su rareza que antes incomodaba hoy se celebra como autenticidad. Foto: Pinterest @magicflowerzoo/@kelliecageRyder sostiene la sensibilidad como método y como identidad, una postura que el presente cultural recibe con mayor apertura. En ese cambio de mirada, su rareza deja de funcionar como un rasgo marginal y se vuelve sinónimo de autenticidad.
Así, Winona no regresó para adaptarse a las expectativas del momento, sino para reafirmar aquello que la distinguió desde el inicio: una singularidad que hoy encuentra, por fin, un lugar legítimo dentro de la industria.

