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domingo, agosto 10, 2025

Y para acabar…, el vertiginoso periplo de Maria

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Tenía serias dudas o, mejor dicho, pensaba que sería pero que muy difícil que una niña de solo cinco años, Hanna, consiguiera salvar el collado de Contraix y completar la etapa entre los refugios de Ventosa i Calvell y Estany Llong, considerada una de las más exigentes. El 12 de julio, acabé la travesía y me despedí de sus padres, Thys y Micke Van den Berg, que reponían fuerzas en el comedor del Ventosa con toda su prole: Las, de 11 años; Rube, de nueve, y la pequeña Hanna. Los progenitores cargaban cada uno alrededor de 25 kilos y los dos hijos mayores llevaban su propias mochilas con chubasquero, alguna barrita energética y dos litros de agua. Todos los miembros de esta expedición familiar procedente de Gante, en Bélgica, completó el pasado día 13 su tercera etapa de la Carros de Foc. Me lo confirma por WhatsApp, cuando ya he regresado a casa, Raquel Pic, una amable maestra de Polinyà de Xúquer (Valencia), cerca de la zona cero de la dana, que he conocido por el camino.

Además de ponerte a prueba en un entorno idílico, el parque nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, la Carros de Foc depara mil historias. Invita a escuchar mucho y a tener los ojos bien abiertos. Los Van den Berg empezaron su travesía en el refugio de Amitges y tenían previsto culminarla en el Josep Maria Blanc para desde allí regresar a Espot. Los niños demostraron vitalidad y disciplina, no dieron la nota en los refugios, cosa que no se puede decir de todos los adultos.

La familia Van den Berg posa al completo en la terraza del Ventosa, tras completar con lluvia la etapa desde Colomers

La familia Van den Berg posa al completo en la terraza del Ventosa, tras completar con lluvia la etapa desde Colomers 

R.M. Bosch

La familia Van den Berg al completo, de Bélgica, logra superar el principal obstáculo, el collado de Contraix

De Creta llegaron Antónios y su hijo Daniel, de seis años, sin saber que está prohibido acampar en el parque nacional. Los agentes rurales les sorprendieron dentro de su tienda cerca del refugio de Amitges y su aventura en los parajes de la Carros de Foc acabó antes de lo previsto, dos días después, en el Ventosa i Calvell, desde donde enfilaron rumbo a Benasque y después a Ordesa.

Los excursionistas de la Carros de Foc coinciden en algunos de los nueve refugios de la travesía clásica con otras personas que recorren el GR-11 en su reto de reseguir los 800 kilómetros de la Transpirenaica, del Cantábrico al Mediterráneo. Antònios compartió mesa en Colomers con el escuálido jubilado holandés Pim Van der Griendt. Uno de estos días, si todo va según sus planes, habrá finalizado su peregrinaje, en el cabo de Creus. Cuando coincidí con él en el refugio de Colomers, el 11 de julio, me comentó que calculaba que un mes más tarde habría acabado, pero arrastraba mucho cansancio, tenía los pies maltrechos y había perdido al menos cinco kilos desde su inicio en Cabo Higer 30 días atrás. La conversación que empezamos al mediodía delante del lago Major de Colomers la continuamos después de la cena, cuando prácticamente no quedaba nadie en el comedor. Roger, el guarda, nos obsequió con agua de Nodes, un licor de nueces de la Val d’Aran. “Esta travesía es lo que necesito en esta etapa de mi vida. Me jubilé a los 61 años, ahora tengo 63 y vivo seis meses en el norte de Holanda y seis en León, en Méjico, de donde es mi novia y donde reside mi hijo”, detalla apurando su chupito. Para descansar, curar sus maltrechos pies y comprar provisiones, principalmente sardinas y quinua, alimentos en los que basa su dieta en la montaña, preveía un par de días de relax en algún hotelito de Espot.

Pim

Pim, delante del lago de Colomers 

R.M. Bosch

Maria Espinosa es una de las jóvenes montañeras que forma parte del equipo de trabajadores del Ventosa creado por sus guardas, Belén Ortiz y Miquel Sánchez. Maria, de 26 años, hace de todo en el refugio. Atiende a los excursionistas, ayuda a descargar los paquetes de alimentos que llegan cada jueves en helicóptero, sirve las cenas, prepara desayunos, limpia…, y dedica el tiempo libre a más de 2.000 metros de altura a escalar, correr y, en invierno, a esquiar. Maria está en las antípodas de Pim. El ritmo pausado de uno contrasta con la velocidad de ella, que el 17 de julio acabó la Carros de Foc en solo 16 horas y 40 minutos. La mayoría la completa en cinco jornadas. “Tuve buen tiempo -comenta por teléfono–, sin demasiado calor, ni lluvia, llevada dos botellines de medio litro de agua y comí durante el recorrido cuatro barritas energéticas, dátiles y dos plátanos. Me sentí súper bien, disfruté mucho, lo repetiré e intentaré bajar de tiempo.”

Maria Espinosa, el pasado día 17 cuando completó la Carros de Foc en menos de 17 horas

Maria Espinosa, el pasado día 17 cuando completó la Carros de Foc en menos de 17 horas 

Cedida

Epílogo

Pim acaba su Transpirenaica

Pim Van der Griendt, el excursionista holandés, me confirmó ayer que sí, que ha logrado completar su Transpirenaica, que el miércoles llegó a su destino final, el Cap de Creus. “Ha sido toda una experiencia”, me dijo en un escueto correo electrónico.

Lea los capítulos anteriores

1

Sopa de espirulina y xarel·lo antes del Contraix

2

La tentación es grande, pero no te zambullas

3

El Everest de Shahina en los Pirineos

4

¿Esta noche cacería de rebecos? No, de vivacs

5

El peregrinaje del sufrido Pim

6

Esta travesía no es un juego de niños

Nueve refugios, cinco etapas

Nueve refugios, cinco etapas 

LV

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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