La semana pasada, tras 24 años, el Gobierno Nacional oficializó la habilitación del ingreso de carne con hueso a la Patagonia, una región declarada libre de fiebre aftosa sin vacunación. En esta columna para Plan B, Rubén Emilio “Tito” García, ex vice administrador del Senasa, recuerda la heroica lucha contra esa enfermedad, los logros y plantea objeciones sobre la medida oficial.
Por Rubén Emilio “Tito” García
En mi libro “La Aftosa en el SENASA y el Virus en la Secretaría de Agricultura y Ganadería” (año 2011), cuyo prólogo realizara el escribano Miguel Ángel Alterach, ex gobernador de la provincia de Misiones, describo la historia de la lucha contra la aftosa en Argentina.
Esa tremenda enfermedad de los animales de pie partido, cuya aparición en el país data del año 1863.
Referenciada como el símbolo de las enfermedades a exterminar del rodeo nacional, su existencia impedía entrar al exclusivo circuito no aftósico de los países más exigentes y ricos del mundo: EE.UU, Japón, CEE, Israel, entre otros pocos.
Su maldita presencia en los potreros discriminaba el precio de la carne argentina considerada la mejor del mundo, cuyo valor en los mercados internacionales, abstrayendo la cuota Hilton, promediaba los mil quinientos dólares la tonelada, comparativamente la mitad del valor que percibía Canadá por su carne de inferior calidad, resultado de haberla eliminado.
Considerada vergüenza nacional, el gobierno nacional de fines de los ochenta tomó la drástica decisión de combatirla.
Con ese objetivo, en diciembre del año 1989, lanza el Plan Nacional de erradicación de la Fiebre Aftosa 90/92 en el salón Blanco de la Casa Rosadas; para ello se contaba con muy buenas vacunas
oleosas elaboradas en laboratorios locales y probadas en minuciosos programas de campo.
En ese lapso tiempo de vacunación masiva, se logró la inoculación de 55 millones de cabezas del plantel bovino nacional, sin que se produjera rebrote alguno.
Por fin Argentina marchaba en lograr el estatus de ser libre de aftosa con vacunación.
Fue el mejor tecnicismo sanitario ejecutado comparativamente con todos los anteriores.
No tan solo por el feliz desenlace, sino porque en tan corto tiempo fue capaz de llevar a la práctica la durísima campaña de vacunación que permitió, de una buena vez, alcanzar los objetivos perseguidos.
A su ritmo se meneaban tiempos de revanchas y el final de una epopeya sanitaria sin igual en Argentina.
En solo en tres años se logró revertir más de cuarenta años de fracasos, dolores de cabezas y sufrimientos. “Se cambió la añeja mentalidad del no podemos por él sí se puede y del individualismo avaro por el trabajo en equipo”.
De impecable ejecución, conmovió la impresionante movilización de vacunadores desparramados por el país.
Como marabunta, allá iban por llanuras, montes, bañados, quebradas, cerros, espinillares, en zonas desérticas y de areniscas. Con sol abrasador, frío, viento, barro y por caminos imposibles de transitar, pero siempre llegando, a caballo, mula, a pie y hasta en motocicletas por los senderos
selváticos de Salta, Misiones, Tucumán, Chaco.
Ese período de tres años es histórico, porque en él se conjugaron el último fracaso de 1989 con el primer éxito 90/92. Hubo pues, un antes y un después. Tampoco se improvisó. La Dirección Técnica tuvo la inteligencia y perseverancia necesaria para lograr armonizar factores y estructuras nada fáciles de congeniar en el país, aglutinados jugaron a favor.
Sin embargo, la ilusión duró poco tiempo.
Explico: La Patagonia Sur, al sur del paralelo 42, está libre de aftosa sin vacunación, comprende las Provincias de Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego y las Islas del Atlántico. En la Patagonia
Norte: tampoco se vacuna.
Es una zona de vigilancia epidemiológica entre el paralelo 42 y los Ríos Barrancas y Colorado. Estos dos ríos unidos tienen una longitud de 950 Km. de largo.
En su recorrido desde la Cordillera de los Andes hasta su desembocadura en el Océano Atlántico, separa Neuquén de Mendoza y Río Negro de La Pampa y el Partido de Carmen de Patagones, perteneciente a la Provincia de Buenos Aires.
El curso de los ríos, de por sí, constituyen una barrera natural y, reafirmando esa condición se montó en sus orillas la barrera zoo y fitosanitarias mediante decretos sucesivos del PEN, cuyo objetivo es impedir la filtración de la aftosa y la mosca de las frutas a la Patagonia.
Pues bien, cedido por presiones de políticos, carniceros y abastecedores de zona libre de aftosa, la Administración del SENASA autorizó el envío de animales para consumo portando virus aftósico, desde Guardia Mitre al frigorífico Arroyo de Bariloche.
Las menudencias, resultado de la faena, en lugar de cremar llevaron para alimentar cerdos de un criadero, y de ahí se expandió la enfermedad a esa zona libre de aftosa que no practica la vacunación.
En conclusión, la tarea de combatir la aftosa en el sur duró algunos meses y se sacrificaron más de 12 mil animales enterrados en largas fosas comunes cavadas ex profeso.
Fue la razón que Argentina perdiera, no solo su estatus de libre de aftosa, también años de luchas, tiempo y dinero.
Año 2025. Después de más de dos décadas de prohibición, el Gobierno resolvió permitir nuevamente el ingreso de carne vacuna con hueso a la Patagonia desde el resto del país, siempre que se cumplan ciertos requisitos sanitarios.
¿Se cumplirán?
Dr. Rubén Emilio “Tito” García, Ex Subadministrador General del SENASA, Doctor en Ciencias Veterinarias. Perito agrónomo recibido en la ERAGIA, Corrientes. Miembro de la Junta de Estudios Históricos de Misiones. Autor de varios libros.