La columna de Pancho Faig del 17 de Agosto contiene interesante análisis del Uruguay a través de una mirada al Frente Amplio y al gobierno de Orsi. Según Faig se critica con demasiada soltura una falta de rumbo en el Frente y una notoria parsimonia en el gobierno. Dice: “la sensación tan extendida de que en estos meses no ha pasado nada muy importante, en realidad ilustra sobre el consenso patrio de que aquí no hay volantazos -como en Argentina, por ejemplo- y que hay una especie de gran rumbo compartido que se mantiene independientemente de quien gobierna”.
Tomo y subrayo lo de acuerdo patrio y gran rumbo compartido y, al hacerlo, repaso mentalmente todo lo que he venido pensando y escribiendo, en los últimos años sobre el Uruguay y en los últimos meses sobre el resultado electoral.
En esos análisis me he valido de un término náutico y he hablado de un país al pairo. Otros hablan del pacto de la penillanura.
Muchas miradas sobre la realidad de nuestro país no han leído adecuadamente los movimientos que tuvieron lugar en estos últimos años.
El garrotazo del Covid, que hizo tambalear al mundo entero, en nuestro país aflojó estructuras y hábitos muy arraigados y que casi definían al Uruguay.
El gobierno de Lacalle Pou tuvo que postergar todos sus proyectos para plantarse frente a esa amenaza desconocida y, en esa coyuntura de tembladeral, dio una respuesta inesperada.
Desafiando a lo que Faig llama “consenso patrio” propuso, en cambio, la libertad responsable (y pasó a tener 65% de apoyo popular).
Existe una acumulación de producción intelectual relativamente reciente sobre nuestro país que se refiere al asunto. ¿Cuál asunto? El que en este suelo oriental no haya volantazos y que se sustente la convicción de un rumbo compartido.
Germán Rama, en su libro “La Democracia en Uruguay” habló de una sociedad muy jugada a la integración y a los equilibrios, con indudables beneficios iniciales pero que, en su persistencia, había llevado al país al inmovilismo. Según él, no se trataba de una sociedad cuyo desarrollo quedase bloqueado por el empate entre opciones irreconciliables y en que la no acción fuera el resultado de que ningún grupo social lograba derrotar a sus adversarios: en lugar de empate había status quo.
Rama analizó el Uruguay que tenía delante de sus ojos en los años sesenta del siglo pasado, el Uruguay que iba a caer en la guerrilla y el golpe militar. Lo que Faig describe hoy es parecido a lo que Rama escribió en el pasado.
Pero, ¿hay un gran rumbo compartido? Sí y no. Porque también hay otro Uruguay, tan uruguayo y más antiguo: el de la defensa de Paysandú, el de la epopeya de los Andes, el del Covid y la libertad responsable.
En el período de gobierno de Lacalle Pou, Covid mediante, hubo un incipiente desarmarse de aquel viejo discurso del rumbo compartido. Pero eso no fue advertido con claridad y no hubo quien lo pusiera en palabras para que fuera políticamente inteligible y electoralmente eficaz, (y por eso en la última elección la mayoría de los uruguayos votó por volver).
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