La crisis del ingreso se profundiza en Argentina: según el informe del Instituto Gino Germani, el 72 % de los trabajadores —ya sean asalariados formales, informales o cuentapropistas— cobra menos de $1.000.000 mensuales, una cifra que no alcanza para cubrir el costo de la canasta básica total para un hogar tipo.
La situación se vuelve aún más crítica cuando se observa que incluso en el empleo formal —generalmente considerado estable— el 58 % de los asalariados no logra superar ese umbral. Entre los trabajadores con jornada completa, uno de cada cinco (19,3 %) se encuentra por debajo de la línea de pobreza a pesar de trabajar 40 horas semanales.
La precariedad alcanza cifras aún más alarmantes en el sector informal: cerca del 89 % de los asalariados informales y el 88 % de cuentapropistas de baja calificación perciben ingresos insuficientes para cubrir necesidades básicas.
El impacto de esta caída salarial va más allá de la pérdida de poder adquisitivo: el aumento en el costo de vida, la suba de tarifas, los alquileres y la reducción de subsidios han dado lugar a lo que los investigadores denominan “pobreza residencial”: hogares que, aun con empleo, no pueden garantizar estabilidad habitacional ni cubrir servicios básicos.
Además, como mecanismo de supervivencia, crece el pluriempleo: un 12 % de los trabajadores debe sumar más de un trabajo para intentar llegar a fin de mes.

