A la hora de definir la personalidad de Valentino, Paula Morales piensa y dice que “tiene de todo”. A los diez años, el pequeño promete seguir con la herencia familiar de la actuación, algo que apoya también Fabián Vena. Ambos lo han acompañado en sus primeros compromisos laborales en la pantalla grande cuando apenas tenía seis años. Y hoy, siguen apuntalándolo para que se forme de la mano de Emilia Mazer.
“Es un chico muy libre. Le va muy bien en el colegio. Es de los que cumple. Lo mismo cuando ha interpretado algunos personajes y se aprende la letra a la perfección. Ahora está estudiando teatro con Emilia Mazer…. También cuenta con las cosas de su edad: le gusta jugar a la Play o anda mucho con el celular. Ahí es donde nos ponemos más firmes. Por un lado no querés que quede afuera del sistema, pero es importante poner límites sino se la pasa todo el día jugando”, reveló la actriz a GENTE.

“No tenemos un método en particular de crianza, vamos haciendo lo que consideramos mejor en cada momento, poniendo limites cuando creemos que debe ser así, y dejándolo libre cuando es necesario. Nos equivocamos muchas veces, pero tratamos de hacer lo mejor posible desde el amor. La maternidad y paternidad es probar y equivocarse”, evaluó.
-¿Se ponen de acuerdo en los criterios con Fabián?
-A veces podemos no coincidir. Lo bueno es que siempre lo hablamos y nunca terminamos mal. Cada uno expone su punto de vista sobre determinada situación, y tratamos de consensuar.
-¿Se generó un debate entre el hecho de acompañarlo en su carrera de actor o advertirle ciertas cosas negativas sobre la inestabilidad del género?
-Charlamos las dos cosas. No le dijimos que tenga cuidado porque es muy chiquito. Pero cuando hizo su primer trabajo, a los seis años, con Fabián le mostramos todo el lado B de una filmación: las horas de espera, no poder arrepentirse en el medio, estudiar la letra, hacerle caso al director y levantarse temprano. Le expusimos todas estas cosas no como algo negativo, sino como una realidad que no iba a poder evitar. Así y todo, quiso hacerlo. Siempre estuvo acompañado por nosotros. Era importante que le quedara un recuerdo placentero de esa primera experiencia como actor en una película. No nos arrepentimos para nada de haberle dicho que sí.

-¡Y estuvo nominado en los Premios Sur de la Academia del Cine!
-Lo más lindo de todo es que nunca dejó de ser un niño. Ni le importaba que estaba nominado. Cuando nos llegó la noticia, con Fabián no lo podíamos creer, mientras él seguía con sus amigos jugando al fútbol. Era todo muy loco. No entendía qué significaba estar nominado.
El nuevo desafío actoral de Paula Morales
En la piel de Beatriz Ludueña, le toca subirse a las tablas para un verdadero desafío profesional que con Cartas de un amor inolvidable (Teatro Multiescena) representa un viaje en el tiempo con un ida y vuelta epistolar que acompaña a la historia a lo largo de los 65 minutos de obra.
“Interpreto a una persona en sesenta años de vida. La historia arranca cuando tiene 16 años y empieza a intercambiarse cartas con el protagonista masculino. Ahí comienzan un ida y vuelta. Se ponen de novios. La literatura es la única forma que tienen para conectarse. Tienen una relación de cinco años, pero a ella le sale una beca en París y se va. Convertida en una escritora exitosa, él se queda en Buenos Aires ahogando sus penas en el alcohol”, cuenta Paula a Revista GENTE.

“Esta historia empieza en 1960 y termina en 2017. Ellos podrían haberse comunicado de otra manera, pero eligen mandarse cartas a lo largo de toda la vida. La obra termina cuando ella tiene 80 años y está por morir enferma”, agrega sobre el texto escrito por Marcelo Galliano, quien también se pone en la piel de Jorge Amalfi, el coprotagonista.
-¿Cómo fue hacer este papel que pasa por distintos estadíos de la vida?
-Fue un trabajo muy grande. Un gran desafío como actriz, enriquecedor para mi carrera. Cuando me llegó la propuesta tardé dos meses en leer el guión. Creo que lo hice en el momento justo, en un avión yendo a España. Tenía otros materiales y venía haciendo dos obras. Los textos los agarras en los momentos justos. Por algo se dio así.

-¿Esta obra rompe con lo que venías haciendo?
-Un poco puede ser. El trabajo actoral es muy grande. No solamente por las distintas edades que debo interpretar, desde una adolescente a una señora de 80 años a la que le suceden cosas muy duras y se le va notando la amargura a lo largo del tiempo, sino por cada uno de los detalles que tuvimos que trabajar. El lenguaje es muy poético y no queríamos hacer algo recitado, sino actuarlo para que no quede lejano para el espectador. Ése es uno de los desafíos cumplidos.
Fotos: Diego García
Peinado: Damián, de Hair Malambo (@hairmalambo)
Agradecemos a: Fernanda Caride, directora del Teatro Ñaca (@teatroniaca) por la locación, y al agente de prensa Pablo Tomaselli (@pablotomaselli)