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sábado, mayo 24, 2025

La historia de Sergio Sánchez: el cartonero que conquistó al papa Francisco, lucha por los excluidos y hoy denuncia la crisis que viven los trabajadores independientes

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En el 2001, mientras la Argentina se desmoronaba en una de sus peores crisis económica, Sergio Sánchez empujaba un carro por las calles de Villa Fiorito. No es una metáfora. Con su trabajo de nivelador de terrenos perdido, encontró en los cartones un medio de vida. Por esos tiempos, ser «cartonero» era sinónimo de vergüenza, marginalidad y hasta de delito. «Éramos los ladrones de la basura», recuerda. Pero en ese universo que aparentaba no tener salida, Sergio encontró su destino: organizó, militó y resistió. Casi sin proponérselo, terminó abrazado al papa Francisco y representando a millones de trabajadores que estaban al margen de la sociedad.

«Arranqué a cartonear en el 2001, cuando no tenía otra opción. Era cartonero independiente. No existía la organización. No sabíamos ni cómo vender el material», recuerda Sánchez desde la imponente planta de reciclado en Parque Patricios a Revista GENTE. Las calles se convirtieron en su oficina y sus compañeros en su familia. Las cosas cambiaron cuando empezaron a agruparse, en 2002, con otros recolectores urbanos. «Nos dimos cuenta de que teníamos derechos, de que podíamos pelear por algo más que el día a día», explica.

Así nació el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), al que Sergio se unió casi al inicio, y luego la cooperativa El Amanecer de los Cartoneros. «Por esos tiempos era impensado que un cartonero tuviera obra social, jubilación o vacaciones. Hoy, gracias a la lucha colectiva, lo logramos», dice.

Desde entonces, su vida cambió para siempre: ya no era solo Sergio Sánchez, el cartonero, era Sergio Sánchez, el dirigente social.

De la planta de reciclado que rescata dignidad a los trabajadores independientes en peligro

Sergio, junto el altar que bendijo Francisco, cuenta que el carro que llevó al Vaticano lo tiene guardado

Sergio coordina uno de los centros verdes más grandes de la ciudad de Buenos Aires: en la planta de Parque Patricios trabajan más de cuatrocientas personas. «Acá laburamos en cuatro turnos y recuperamos entre novecientos mil y un millón de kilos de material reciclable por mes», explica. Pero no es solo una planta. Es una marcador de dignidad: es un lugar que le da a cientos de cartoneros y cartoneras ingresos formales, obra social y un espacio de pertenencia.

«Mostramos que no somos basura. Somos parte de la solución ambiental. Queremos cuidar el planeta y también que nos dejen vivir de nuestro trabajo», sostiene. Sin embargo, la industria recicladora no están en su mejor momento por temas relacionados a la exportación. «El precio del material bajó de 250 a 81 pesos por kilo. Tenés que laburar el doble para ganar lo mismo. Y encima, persiguen a los compañeros que todavía son independientes», declara.

En su testimonio, Sergio no oculta la bronca con la actual gestión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires: «Les sacan el carro a los compañeros, les tiran la mercadería. No quieren plata, quieren trabajar. Si no pueden cartonear, ¿qué les queda? ¿Salir a robar, caer presos? El Estado los empuja a eso». Para él, la lucha del MTE sigue siendo la misma: pelear por los más vulnerables, por los que todavía no tienen derechos.

«El sistema de cooperativas fue creado con el macrismo. Hoy lo atacan. Son anti-cartoneros. Parece que nos quieren borrar. Pero nosotros no vamos a desaparecer», expresa con seguridad. «Cada uno de nosotros vive del cartón que trae», suma.

Francisco, el papa que lo abrazó como un hijo

Encuentro en Brasil, donde Francsico recibió la cruz hecha de cartón.

Su historia con el papa Francisco es todo un capítulo aparte. Lo conoció cuando todavía era el cardenal Jorge Bergoglio y celebraba misas con los pobres en Constitución. Después de acompañarlo en sus iniciativas, tejieron una amistad que traspasó fronteras. En 2013, Sergio fue invitado al Vaticano a la misa de inicio de pontificado. Asistió con su uniforme de trabajo. «Presidentes y reyes a diez metros. Yo, cartonero, a cinco», se ríe todavía con asombro. Y dice orgulloso que él era parte de la comitiva familiar del Papa, a quien años más tarde, junto a la juventud cartonera, le regaló una cruz hecha con cartón.

En 2015, Francisco bautizó a su hijo «en Santa Marta y le regaló las fotos del momento. «Ese fue su mejor regalo. Nunca lo voy a olvidar«. Cuando el Papa murió, en abril de 2025, Sergio viajó otra vez a Italia. «Me despedí a dos metros de él. Me voy con dolor, pero con orgullo. Su lucha era la nuestra: tierra, techo y trabajo», cuenta.

«Cada vez que fui, en cada encuentro que tuve, cada vez que lo vi, nos abrazamos… Hasta en Bolivia, con Evo Morales, con cantidades de personas, él trataba a todos por igual. No importa si era un presidente. Así mostraba su humildad de saludar primero a una persona cartonera, considerada como su familia, antes que a un presidente. Eso habla muy bien de la persona… Así como vino, casi sin nada, se fue sin nada», agrega.

Una vida al margen que hoy lidera desde el centro

La lucha de Sergio Sánchez continúa.

Sergio no terminó la secundaria. Tampoco heredó una militancia. Su historia está hecha de cartón, barro y, sobre todo, mucha valentía. De empujar un carro por necesidad, a liderar una de las organizaciones sociales más grandes del país. “Valoro cada logro. Pero todavía falta mucho. El Estado tiene que entender que el reciclador es parte de la solución, no el problema”, dice.

Y explica: «Pudimos demostrar que en las cooperativas, acá, en la Ciudad, hay 12 en, pudimos mejorar la calidad de vida de miles de compañeros. Por eso nos afecta cuando hay gente que está queriendo dañar un sistema o queriendo cerrar o persiguiendo aquellas personas que hoy son independientes. Nuestra lucha siempre fue y va a seguir siendo, en el MTE, luchar por los otros«.

«Ojalá que nuestro legado sea algo ejemplar para mostrar no solamente en la Argentina sino en el mundo entero. Necesitamos que haya igualdad para todos. No nos olvidemos que los pobres a veces están primero que los ricos», concluye el cartonero que logró trascender con su voz.

Redacción

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