«Ellos son mis viejos, Felisa y Enrique. Los extraño mucho y los voy a amar siempre«, con esta frase Mauro Szeta recordó a sus padres en una de las cartas que les dedicó públicamente.
En noviembre de 2021 le tocó despedir a su mamá Felisa; y para marzo de 2022, su papá, Enrique Sztajnszrajber, falleció tras complicarse su estado de salud en medio de la tristeza que lo invadía por haber perdido a su esposa.
El periodista transitó el duelo acompañado y contenido por su círculo más cercano, incluyendo su pareja Clarissa, y también su hermano, Darío. Hoy con él no sólo comparten momentos especiales, también un vínculo que se profundizó tras la importante pérdida y que se llenó de complicidad y amor fraternal.

En diálogo con revista GENTE, Szeta habla de la partida de sus padres y revela cómo vive su ausencia, qué aprendió de cada uno y también por qué gracias a ese duro momento se unió mucho más a su hermano.
-Pasaron tres años de la lamentable partida de tus padres, ¿cómo vivís esa ausencia?
-Por lo general, o al menos yo lo vivo así, nos queda la idea de: «Qué no hice», «qué podía haber hecho mejor», «qué cosas me quedaron pendientes de hablar», o «de qué manera pude haber mejorado los vínculos», no porque fueran malos, pero siempre un vínculo entre padres e hijos son tirantes en algunas situaciones. Y cuando no tenés a tus viejos, decís «¡ojalá me molestaran un poquito!». Simbólicamente decís: «¡Ojalá tuviese a mi vieja para que me diga algo!», que probablemente de chico no querías escuchar.
-¿Qué sentís que heredaste de cada uno?
-De mi viejo el laburo, la vocación por el trabajo. Era un tipo como yo en el sentido de trabajar 24-7, le apasionaba lo que hacía, no se hacía demasiadas vueltas en la cabeza, era muy directo, práctico. Y de mi vieja, probablemente todo este costado que tiene que ver con la carrera, el periodismo. Eso de alguna manera también atravesó mi vida.

-¿Cómo es tu vínculo con tu hermano Darío?
-Se profundizó mucho más con la partida de mis viejos. Nos dimos espacio para encontrarnos, para reconocernos, para compartir, para vernos. Ahora vivimos muy cerca uno del otro, con lo cual nos vemos más seguido, nos disfrutamos. En un encuentro con un hermano podés hablar de muchas cosas, disfrutar un vino una comida, está muy bueno. En el medio, obvio está el dolor que sentimos los dos. Eso también nos unió mucho más. Creo que fue un costado muy triste.
-En una nota, él te agradecía porque dijo que vos te pusiste al hombro todo el cuidado de tus padres.
-Yo aprendí a vivir con mi viejo, sobre todo con mi viejo en la enfermedad, disfrutarlo en ese momento. Me dio ganas de a pesar de que era un padre que ya no tenía mucho reconocimiento de las cosas neurológicamente, a mí me hizo bien acompañarlo en ese momento. Pensaba en que tal vez le podía transmitir un poco de paz.

–¿Estuviste más presente en lo físico?
-Sí, pero Dari habrá hecho muchas otras cosas que tienen que ver con su forma de movilizarse. Él sintió que yo puse más el cuerpo, desde el punto de vista de lo físico, puede ser porque yo vivía mucho más cerca de mi viejo, estaba más conectado y me hice más presente en ese sentido. Pero, en lo emocional me pareció que de los dos por igual lo dimos todo.