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sábado, mayo 24, 2025

Así fue el sorprendente e inolvidable encuentro entre Lalo Schifrin, el compositor de la música de “Misión imposible”, y Juan Ponce de León, el galán de “Verano del 98”

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Sucedió hace veintisiete años, treinta y dos luego de que la serie Misión imposible se convirtiera en película y reconfigurara el cine de acción desde el rostro de Tom Cruise.

Sí, aquella tarde el noviembre de 1998 GENTE reunió a Lalo Schifrin, el ideólogo de Theme from Mission: Impossible, la composición musical que primero acompañó a 206 episodios de televisión y luego cada filme en la pantalla grande, y a Juan Ponce de León, actor, galán y músico de Verano del 98, la tira de Cris Morena que encendía otra mecha cada tarde por Telefe: la del romance y las historias de vida adolescentes.

La nota de GENTE que los reunió en 1998. “Me gustó el canto de este muchacho. Para la música no hay ni política”, consideraba Schifrin. “Lalo es uno de los grandes del siglo”, respondía agradecido y con admiración Juan Ponce de León.

¿Motivo de aquel encuentro? Dos. La primera: Para anunciar que por tercera vez en lo que iba del año Ponce de León era invitado a cantar en una orquesta dirigida por el maestro Schifrin. Segunda: Para desandar la maravillosa relación que al caballero de 66 años (hoy de 92) y al muchacho de (22, hoy de 49) los había venía hermanado hacía poco desde la música, el arte que los unía, une y unirá para siempre.

Reversionamos, en tiempo real, aquel cruce con GENTE como testigo directo y exclusivo.

LALO SCHIFRIN: “LA HISTORIA SE REPITE PERO NO DE MANERA EXACTA: YO QUERÍA DIRIGIR UNA ORQUESTA GRANDE, Y JUAN AHORA QUIERE CANTAR DELANTE DE UNA ORQUESTA GRANDE”

En 1963, Schifrin se trasladó a Hollywood, consiguiendo grandes éxitos con sus temas para series como Misión Imposible (1966), Mannix (1967), y Starsky y Hutch (1975-76). Compuso las bandas sonoras de filmes como Bullitt (1968), de Peter Yates (1968), y THX 1138 (1971), de George Lucas. Durante la década de los Setenta sumó las de The Cincinnati KidBullittCool Hand LukeHarry el sucio y Enter the Dragon.

Esta nota comenzó al apagarse el grabador de GENTE. Fue cuando el alumno abrió la compactera Sony, introdujo Explorations, de Bill Evans Trio, presionó play, y el maestro, sin presentación alguna y con sorpresa general, dio por inaugurado su concierto casero, arrebatándole al piano Cusso Sfha sus mejores sonidos. «¿Está bien éste, el tema Israel?», preguntaba el alumno. «Sí, pero más fuerte. Más fuerte», reclamaba el maestro.

El alumno y el maestro.

Alumno de aspecto informal -barba de tres días, vestimenta sport, aro plateado en el lóbulo de su creía izquierda, bocanadas de cigarrillo rubio-. Maestro de imagen clásica -cutis lampiño, traje impecable, jopo imperturbable, bocanadas de pipa dulce-.

El alumno es Juan Ponce de León (actor y músico, soltero: hijo de César, un cantante de ópera con su mismo registro -barito no atenorado-). El maestro, Lalo Schifrin (director de música consagrado en el planeta Tierra y alrededores: dos matrimonios, tres bebés, un nieto; hijo de Luis, violinista).

El alumno y el maestro y esta historia en común, cuando la cinta todavía corría.

Lalo delante del equipo de la serie Misión imposible (con el legendario actor Peter Graves incluido, que la CBS estrenó el 17 de septiembre de 1966 y prolongó hasta el 30 de marzo de 1973, a lo largo de siete temporadas y 171 episodios). Luego llegaría una segunda etapa, de la cadena ABC, entre el 23 de octubre de 1988 y el 24 de febrero de 1990 (35 episodios). La primera partitura que presentó Schifrin no convenció Bruce Bernard Geller (creador, escritor, productor y director de la ficción. Quería una melodía que transmitiera aún mayor intriga y emoción. Entonces el argentino se las ingenió para componer en apenas tres minutos el célebre Theme from Mission: Impossible, codificado en un tempo musical conocido como metro quíntuple, lo cual significa que contiene cinco golpes de tiempo en una sola medida.

Lalo: Si Juan hubiese tenido como ejemplos de niñez y juventud a cantantes de morondanga, seguro me daba cuenta y no lo elegía. Como sostenía Borges: «Genio es quien sabe elegir sus influencias”. Me gustó escuchar de su boca: «Mis ídolos son Frank Sinatra y Tony Bennett”.

Juan: Es lo que se ponía en casa. Estudié piano, tuve bandas, aprendí a tocar guitarra, a componer por ejemplo la música de los filmes Sol de otoño y El faro: ahora soy Juan en Verano del 98, pero aquellas influencias jamás las abandoné.

-¿De entrada nomás podría decirse que lo convenció su personalidad, Lalo?

-Hablar, todos hablan. Nosotros ahora hablamos pero yo no sé cómo canta usted.

-Tampoco quisiera.

-Me gustó el casete que mandó. No sabía qué esperar al presionar play.

Cuando Ponce de León Ponce encarnaba a Juan Herrera en Verano del 98. «¿Si volvería a interpretarlo casi tres décadas después, de presentarse la oportunidad?, le preguntamos en 2025: «Digamos que no hay respuesta», contesta esquivo.

-Todo arrancó en febrero, ¿cierto Juan?

-Cierto. Nuestro nexo. Daniel de Quesada, agente de Lalo en Sudamérica y mi representante aquí. Un domingo me invitó: “Lalo está libre. Vamos al (Hotel) Plaza”. Acepté de cholulo. Hablamos de música, jazz. Me preguntó si cantaba. Le conté que sí, que incluso había compuesto algunos temas. “Mandame tu casete a mi casa de Los Ángeles”. Y lo mandé.

Lalo: No existe la política para la música. Si hubiese sido otro mamarracho, no avanzaba. Pero tampoco me sorprendí. Le pregunté si se animaba a cantar New York, New York los dos primeros días de mayo en la Facultad de Derecho, acompañado por una orquesta de 70 músicos.

-En una de ésas, Juan, sentiste lo mismo que Lalo cuando debutó con Rapsodia Azul en el Teatro Ópera…

Juan: … Había 5.000 personas. Te lo defino en algo cursi: fue el sueño del pibe.

-Lalo, no parece poca cosa su logro.

Lalo: Sentí algo así cuando Dizzy Gillespie me descubrió acá y me llevó a los Estados Unidos. Las historias se repiten pero no de manera exacta: yo quería dirigir una orquesta grande, y él ahora quiere cantar delante de una orquesta grande.

JUAN PONCE DE LEÓN: “LALO FUE GENEROSO. LO SIENTO MI PADRINO MUSICAL ¡Y QUÉ PADRINO!: GRAMMY, NOMINACIONES PARA OSCAR, EMMY… HAY UN ANTES Y UN DESPUÉS DE SCHIFRIN EN MÍ”

«Como siempre lo sentí y quise hoy me dedico a la música. Hago temas propios ya hace años y están disponibles en algunas plataformas. Ahora estoy terminando otras canciones que compuse durante los últimos meses. Por el momento sigo en Buenos Aires, pero no descarto nuevos horizontes», cuenta su presente a GENTE Juan.

«Esa misma cinta que le entregué a Lalo (tenía dos temas: Fly me to the moon, de Sinatra y El rey, escrita por Eduardo Mignona, su padrastro, con música del propio Juan), había dado vueltas por montones de compañías discográficas», continúa Ponce de León. «‘La voz nos encanta, pero con esta música de jazz no vendés nada’, contestaban como devolución. Me ofrecieron hacer rap. una onda Luis Miguel. Yo seguía tocando en bares. No transé. Conclusiones al margen, lo de Lalo fue generoso. Lo siento mi padrino musical ¡Y qué padrino! Dirigió a los Tres Tenores, musicalizó millones de filmes y series; ganó no sé cuántos Grammy, nominaciones para Oscar, Emmy… Hay un antes y un después de Schifrin en mí.

Lalo: Quizá uno aprende más con los jóvenes que con nadie. Yo fui presidente de la Fundación Músicos Jóvenes de Los Ángeles, y las orquestas de los estudiantes competían mano a mano con las profesionales. Además, sé cómo comunicarme con los músicos nuevos.

Juan: Es bueno escucharlo (respira).

A veintisiete años de Verano del 98, cuando Ponce de León en la pantalla chica inmortalizó uno de los himnos musicales de los Noventa: Todas las bicis y los barcos. ¿Sus grandes inspiradores? «Yo siempre ando orbitando mayormente a Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati. Dos genios», asegura.

-… Más sabiendo que el primer profesor de Lalo -Enrique Barenboim- le golpeaba los dedos con un lápiz cuando erraba una nota de piano.

Lalo: En esa época todos los profesores pegaban.

-¿Qué hay de Lalo?

Juan: Por ahora no. Por ahora (lanza una carcajada).

-Hace un par de años, durante un viaje de trabajo por Amazonas que compartimos con Cris Morena, su hijo Tomás Yankelevich y Juan -entonces desconocido para la tevé-, el propio Juan deslizó una frase que nos quedó grabada: «Haga lo que haga, mi fin último es vivir de la música». Lalo, ¿alguna vez debió relegar su vocación por necesidad?

Lalo: Nunca. Trabajé en un cabaret americano tecleando el piano por propinas, vendí composiciones en París para vivir; hasta me gasté un sueldo por querer impresionar a cierta chica de la alta sociedad francesa llevándola a un restaurante carísimo, pero… nunca.

Lalo Schifrin (Boris Claudio Schifrin, tal su nombre real) en 2018 recibió el Oscar Honorífico, por su trayectoria profesional. Hoy podríamos agregar que además de haber tocado con Ástor Piazzola, el trompetista Dizzy Gillespie y otros notables del jazz, como Ella Fitzgerald y Duke Ellington y encargarse de escribir los arreglos de Los Tres Tenores (Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo), compuso más de 100 piezas musicales para cine y televisión.

-¿Hay mejores musas que las mujeres?

Juan: No. El 80 por ciento de mis temas tiene que ver con las damas que pasan, que quedan o que te desechan.

Lalo: Yo soy un músico abstracto, instrumental. Me gustan las mujeres y hasta he mentido de manera despiadada: «Te dedico esto». Sin embargo, mi inspiración es el pánico por entregar, no la luz de la luna.

El final de la nota de GENTE. Era fines de 1998, habían compartido la escalinata de la Facultad de Derecho, y estaban por presentarte en el Luna Park con el espectáculo Las más bellas músicas de películas.

-Lalo, hace quince años declaró: «Cuando me retire voy a enseñar qué es lo que no hay que hacer con la música.» ¿Alguna sugerencia para adelantarle a Juan?

Lalo: Ya no pienso en retirarme. Lo que sí, quisiera compartir aquello que fui aprendiendo: tender a lo simple, romper las reglas sólo si las aprendiste. No sé. Por encima de acercarle consejos, Juan es autocrítico. Dimos juntos el puntapié inicial. Ahora debe jugar los partidos solo y meter goles. El movimiento se demuestra andando.

Juan: Ésa es mi idea: volver a tomar clases de canto y de composición y hacer la mayor cantidad de show posibles. Sería «La Gran Orquesta Argentina de Jazz», acompañada modestamente, por mi persona.

Lalo: Mi sugerencia, llamalo: «La Gran Orquesta Argentina de Jazz presentando a Juan Ponce de León». Suena mejor ¿no?

Juan: Suena mejor, sí.

Fotos: Archivo Revista GENTE
Arte de portada: Silvana Solano

Redacción

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