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Victor Hugo: 140 años de historia desde el adiós del padre del romanticismo

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El 22 de mayo de 1885, hace 140 años, ocurrió uno de los eventos más tristes de la historia de Francia: la desaparición física de quien, años más tarde, sería considerado el padre del romanticismo francés, el gran poeta, dramaturgo y novelista Victor Hugo.

Víctor Hugo. Archivo Clarín.
Víctor Hugo. Archivo Clarín.

La conmoción del pueblo francés a raíz de su fallecimiento fue de tal magnitud que el gobierno de ese país dedicó varios días a la preparación de un funeral de Estado, con todos los honores.

En la madrugada del 31 de mayo de 1885, unas 40.000 personas se acercaron al Arco de Triunfo en París, a pesar de la copiosa lluvia, para rendirle homenaje al escritor y asegurarse un lugar en el recorrido del cortejo fúnebre. Al día siguiente, su féretro fue trasladado al Panteón de París, donde sus restos descansan junto a otras figuras ilustres de la historia francesa.

Más que un escritor

Nacido en 1802 en Besanzón, Victor Hugo fue mucho más que un escritor; sus historias de desdichados y sojuzgados por las estrictas normas de la ley que adquieren la redención a través de la expiación de sus errores, trascendieron su tiempo y marcaron un antes y un después en la literatura universal.

Desde su primera y más célebre criatura literaria, el jorobado Quasimodo, en Nuestra Señora de París (1831), un relato en el que la arquitectura gótica y los marginados comparten protagonismo, hasta su inolvidable exconvicto Jean Valjean de Los Miserables (1862), que encontró su redención en el amor y la bondad, Hugo construyó un edificio literario pletórico de enseñanzas morales a partir de su crítica social acérrima pero con un mensaje de bondad y redención.

Con su narrativa apasionada y muy cultivada y su compromiso republicano, Victor Hugo tejió un universo de historias marcadas por la lucha, el sacrificio y la salvación, a la vez que denunció la fragilidad de los pobres y desamparados de este mundo frente al poder de la rudeza de las leyes. Su pluma atravesó los siglos y se convirtió en un manifiesto contra la injusticia, una voz que resonó en las calles de París y en los corazones de generaciones enteras.

Víctor Hugo. Archivo Clarín.Víctor Hugo. Archivo Clarín.

Vale mencionar, entre otras tantas importantes creaciones de Hugo, El Hombre que Ríe (1869), una obra que expone la crueldad de la aristocracia inglesa y la manera en que los más vulnerables son sacrificados por el sistema. El protagonista, Gwynplaine, es un niño secuestrado y desfigurado para que su rostro quede marcado por una eterna sonrisa. A través de este personaje, Hugo denuncia la hipocresía de las clases dominantes y el destino cruel impuesto a los desposeídos. Pero Hugo no solo se dedicó a escribir y defender la República en contra del Imperio de Napoleón sino que fue bastante más allá.

Victor Hugo espiritista

El espiritismo fue una práctica adoptada por diversas figuras literarias de la era victoriana, entre ellas Arthur Conan Doyle y Charles Dickens, quienes también exploraron el contacto con el más allá. En este contexto, Víctor Hugo se involucró en sesiones espiritistas durante su exilio en Gran Bretaña, en las que afirmaba comunicarse con los espíritus de Shakespeare, Platón, Galileo e incluso entidades abstractas como el Drama o la Muerte.

En 2017, la editorial Wunderkammer publicó Lo que dicen las mesas parlantes, una traducción realizada por Cloe Masotta del volumen que en 1964 había editado Jean-Jacques Pauvert. Este libro llegó a manos de Elisabet Riera, la editora, casi por azar en un puesto de bouquinistes a orillas del Sena.

A diferencia de la edición francesa publicada por Folio en 2014, esta versión en español ofrece un resumen de los encuentros mediúmnicos de Hugo entre 1853 y 1855, durante su exilio en la isla de Jersey. Afectado por la trágica muerte de su hija Léopoldine, Hugo pasó de un inicial escepticismo a una profunda entrega a estas sesiones, llegando incluso a sostener que los espíritus le dictaban obras. En estas transcripciones aparecen fragmentos de un drama que -afirmaba- le había recitado Shakespeare, con diálogos y acotaciones detalladas.

En sus poemas Las contemplaciones y Lo que dice la boca de sombra, se reflejan conexiones evidentes con el mundo espiritual. El propio Hugo se cuestionó su identidad artística: «¿Qué soy yo, un poeta o un profeta?», poniendo en duda los límites entre la inspiración y la revelación.

Riera enfatiza que esta faceta ocultista de Hugo, muchas veces relegada, es fundamental para comprender su visión del arte. En sus diálogos con el océano, por ejemplo, pedía al espíritu de los mares que le transmitiera el sonido del viento y las olas, en lo que puede considerarse un manifiesto de la poesía romántica, fuertemente ligada a la naturaleza indómita.

Dictado de ultratumba

Divaldo Franco, un gran líder espiritual para el Brasil, fue un médium natural que falleció hace pocos días, el 13 de mayo de 2025, a los 98 años. Este hombre, nacido en Feira de Santana, Brasil, afirmaba ver a los espíritus de las personas fallecidas y conversar con ellos desde los 4 años de edad, incluso sin darse cuenta de que no eran personas de carne y hueso.

Víctor Hugo. Archivo Clarín. Foto AFPVíctor Hugo. Archivo Clarín. Foto AFP

Cuando fue mayor, conoció la doctrina Espiritista, basada en las enseñanzas codificadas por el francés Hippolyte Léon Denizard Rivail, más conocido como Allan Kardec y, con el tiempo, se convirtió en orador y escritor mediúmnico. Esto quiere decir que, con una mano se tapaba los ojos y con la otra, se entregaba a la escritura automática al dictado de los Espíritus. A esta técnica se la llama Psicografía.

A lo largo de su vida, publicó más de 250 libros psicografiados, atribuidos a entidades espirituales, y ofreció más de 13.000 conferencias en más de 64 países. Todo lo recaudado fue donado a entidades de caridad.

En un artículo publicado por el Grupo de Lectura del Centro Espiritista de Montevideo, la periodista Claudia Maglio escribe que el médium Divaldo Franco relató cómo el espíritu de Victor Hugo apareció en su vida y comenzó a transmitirle obras a través de la psicografía.

Según Franco, todo inició con un sueño en el que el célebre escritor francés expresó su deseo de utilizarlo para un trabajo mediúmnico. Meses después, en abril de 1970, mientras se encontraba enfermo con fiebre alta en Río de Janeiro, el espíritu de Hugo se le manifestó y le indicó que aquel estado de indisposición facilitaría la comunicación. Durante una sesión en la casa donde se hospedaba, Franco recibió la primera psicografía de Parias en Redención, escribiendo el capítulo inicial de manera espontánea.

Con el tiempo, la presencia de Victor Hugo se volvió más intensa, ajustando la técnica del médium para adaptar su estilo literario a la doctrina espiritista. Según lo expresado por Franco, Hugo indicó que sus escritos tras su desencarnación no eran una simple continuación de su obra anterior, ya que había modificado su lenguaje y enfoque para llegar a más personas. Además, al inicio de Del Abismo a las Estrellas, el espíritu le explicó que utilizaría una técnica más objetiva y resumida, proporcionándole visiones mentales de las escenas que debía transcribir.

Un episodio particularmente sorprendente fue cuando Franco intentó interpretar los eventos de la novela que estaba psicografiando. En ese momento, Victor Hugo le advirtió que debía adoptar una actitud completamente pasiva, comparando el proceso con un dictáfono que no debe intervenir en el mensaje. En señal de control absoluto sobre la obra, el espíritu comenzó a dictar capítulos fuera de orden, y solo al vigésimo día organizó el contenido para que tuviera sentido. Desde entonces, Franco comprendió que debía limitarse a recibir el mensaje sin intentar influir en la historia.

Víctor Hugo. Archivo Clarín.Víctor Hugo. Archivo Clarín.

Obras atribuidas al espíritu

Divaldo Franco psicografió siete obras atribuidas al espíritu de Victor Hugo, todas ellas con un fuerte contenido filosófico y espiritual:

Divaldo Franco no fue el único en afirmar haber recibido mensajes del espíritu de Victor Hugo a través de la psicografía.

En la primera mitad del siglo XX, en pleno auge del Espiritismo, la médium brasileña Zilda Gama, publicó varias obras atribuidas a él, entre ellas Dor Suprema (1916), un romance que explora la ley de causa y efecto, la influencia de los guías espirituales y la reencarnación como mecanismo de evolución.

La historia se desarrolla en la Roma de los Césares y muestra la lucha entre almas puras y aquellas que aún desconocen las leyes divinas y Almas Crucificadas (1946), novela que aborda la justicia divina y la redención espiritual. Presenta personajes que enfrentan pruebas difíciles, mostrando cómo el amor y la fe pueden transformar vidas

Redacción

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